Casa-Estudio Gabriel García Márquez en México

Casa-Estudio Gabriel García Márquez en México. Para el Gabo, Ciudad de México era su «otra patria distinta». De hecho, la casa en la que vivía alquilado y donde escribió Cien años de soledad, fue donada por su propietaria Laura Coudurier a la Fundación de Letras Mexicanas (FLM) y será convertida en un espacio para promover la literatura.
La casa donde el premio Nobel de literatura colombiano García Márquez escribió su obra cumbre Cien años de soledad se identifica como la Casa de la Loma 19, en el sur de Ciudad de México. Él la alquiló entre 1965 y 1967, cuando llegó a ese país con el sueño de convertirse en escritor.
En 1965, luego de renunciar a su trabajo como editor y redactor publicitario, García Márquez se dedicó tiempo completo, en esta casa, a escribir durante 18 meses, Cien años de soledad.
A finales de los años ochenta, el Gabo quiso comprar la vivienda de La Loma, pero su ex casero no aceptó la oferta. Le dijo: «No se la vendo porque esa casa no tiene precio”.
En esa casa escribió además Crónica de una Muerte Anunciada. La casa de San Ángel se convirtió en el hogar de Gabo y su familia durante décadas. Desde que García Márquez tuviera que abandonar Colombia y se refugiara en México. Allí recibió la noticia del premio Nobel, charló con Carlos Fuentes y Juan Rulfo y pasó su último cumpleaños con un ramo de flores amarillas (sus favoritas) y con los acordes de las mañanitas.
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Tiempos difíciles
García Márquez ha dicho que Cien Años de soledad nació gracias a la solidaridad de sus amigos pero también a la comprensión de su casero, Luis Coudurier, oficial mayor de la alcaldía de Ciudad de México.
Mientras se escribía la novela, Mercedes y Gabriel no pudieron pagar el alquiler durante nueve meses.
En marzo de 1966, cuando se debía un trimestre de renta, Coudurier llamó a sus inquilinos. Contestó Mercedes y después de unos minutos le aseguró que podrían pagarle toda la deuda en seis meses.
«Perdone señora, ¿se da cuenta de que entonces será una suma enorme?», preguntó el casero. «Mire«, respondió la esposa sin un temblor en la voz, «Gabriel está escribiendo un libro y está medio Lorenzo (loco); cuando termine seguramente le podrá pagar».
Al «buen licenciado«, recuerda Gabo, «tampoco le tembló la voz para contestar: Muy bien, señora, con su palabra me basta. La espero el siete de septiembre».
La promesa se cumplió antes del plazo acordado. El escritor recibió un cheque de US$ 500 enviado por la Editorial Sudamericana como adelanto por los derechos de su novela, por lo que pagó el alquiler antes de la fecha establecida.
Actividades literarias
La Fundación de Letras Mexicanas señaló que hará de la casa un espacio de impulso a la creación, así como un lugar de encuentro para la reflexión y el diálogo actualizado sobre temas relevantes de la literatura universal.
La casa se conserva tal y como era en tiempos de García Márquez y su familia ya que se mantiene en buenas condiciones porque contó con el mantenimiento adecuado.
Las actividades de la Casa-Estudio Gabriel García Márquez serán coordinadas por Geney Beltrán, editor, traductor y crítico literario, con apoyo del escritor Juan Villoro.
Durante algún tiempo en la fachada de la casa reposaba una placa metálica para recordar que allí se había escrito la épica novela, pero una noche desapareció y desde entonces no se ha sustituido.
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México en el corazón
Gabo se adaptó a México, se sentía cómodo en ese país. Dicen que mientras manejaba hacia Acapulco se le ocurrió la primera frase de Cien Años de Soledad. También en ese país, conoció a la publicista que lo representó en todo el mundo.
García Márquez frecuentaba otros sitios. Era un invitado asiduo en la Casa del Lago y allí se reunía con Inés Arredondo, Juan García Ponce, José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis, a quienes les fascinaba «Cien Años de Soledad». La Casa del Lago dentro del Bosque de Chapultepec, era el centro de reunión de la élite intelectual en México. Carlos Fuentes solía invitar al Gabo.
El Nobel amaba el Centro Histórico de la Ciudad de México. Visitaba el restaurante «El Cardenal» que está en esa zona. Incluso García Márquez inauguró «El Cardenal» de San Ángel, barrio donde residía. Dentro del restaurante conservan una placa que confirma la presencia del escritor en dicho evento.
A la Ciudad de México, el Gabo la llamaba «ciudad luciferina». Mientras que al pulmón de la metrópoli, lo llamó «bosque encantado».
En el Café La Habana se reunían periodistas, escritores y personalidades como Fidel Castro y el «Che» Guevara. García Márquez también lo visitaba y disfrutaba de una taza de café recién molido.
La imaginación de García Márquez encontró un terreno fértil para expresarse y florecer a través de la Casa-Estudio Gabriel García Márquez en México .
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