De dónde vienen los libros

libros

Vino un ave milagrosa desde París y me dejó en la puerta de mi casa los libros que de cualquier manera habría terminado comprando en la página de Internet de mi librería de confianza. Los trajo envueltos en una tela finísima, pero con estampados navideños. Imagino que se trata de los sobrantes de la navidad y que, por cuestiones ecológicas, no son arrojadas al mar por ellos, los encargados de repatriar todos los libros, sino que nos encargan esa delicada y sucia labor. El caso es que me alivió el trabajo de dejar lo que estuviera leyendo para distraerme con todo lo que no he podido leer todavía, además de las redes sociales, elegir algunos, los mejores, y, para colmo de males, pagar por ellos casi una fortuna que no tengo y que tendré que conseguir, aunque esté desempleado.

Luego de desabrochar la nodriza dorada, que mantuvo la tela en su puesto durante tantos kilómetros de vuelo, me sorprendió que además de lo que esperaba venían unas pequeñas avecitas recién nacidas. Mi primer impulso fue buscar por todos lados al ave madre, pero me causaron tanta ternura, pero sobre todo curiosidad, que lo único que hice fue rodearlas con los libros nuevos mientras les fabricaba un nido acorde a sus necesidades. Busqué en la ropa vieja y en el cuarto de san Alejo para, desenfundando mis mejores dotes de arquitecto, construirles una morada digna en el rincón menos frío de la casa. Esto para que, en su siguiente venida, el ave portentosa se sintiera orgullosa y, por lo menos, no me matara por secuestrador o algo parecido. A lo mejor me premia con un clásico de los que necesito tanto, pensé.

Pero ni la visita del ave parisina, ni el papel envoltorio, ni la presencia de sus crías como si se tratara nada más de marcapáginas, me sorprendió tanto como, en efecto, verlos convertidos en ello, en marcapáginas, cuando regresé por ellos. Fue entonces cuando me pregunté si los libros provienen de un tipo de ave que, mientras alguien les prepara la cama, convierten sus plumas en papel y sus tripas en palabras. Y me lo pregunté durante toda la noche, a la vez que ojeaba los libros nuevos y les hurgaba por aquí y por allá en busca de la prueba reina de su animalidad.

Sergio Marentes21 Posts

Editor y director editorial del Grupo Rostros Latinoamérica. Es poeta y narrador. Lector irredento.

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