Escritoras y madres con voz propia

Escritoras y madres con voz propia. A lo largo de la historia, las mujeres que escriben y son madres han sido vistas como una rara avis, muchos piensan, equivocadamente, que ambos oficios, no son compatibles. La maternidad reclama una dedicación total y esa falta de tiempo le suele restar espacio a la escritura.
Sin embargo, en Qué Leer te contamos sobre madres que han logrado compaginar ambos roles, de manera tal, que la escritura es parte fundamental de sus vidas, sin dejar a un lado la aventura de criar a un hijo.
Mujeres que escriben
¿Se puede ser escritora y madre por igual? Ver ambas ocupaciones como excluyentes entre sí es culpa de la falta de tradición literaria. No se debe focalizar solo en la falta de tiempo. Ejemplos de mujeres que son buenas madres y escriben buenos libros, los hay.
Mujeres que escriben sobre sus experiencias sobre la maternidad, también las hay. Apartándose de las heroínas del imaginario masculino, ellas tienen su propia voz, haciendo de la maternidad, un tema tan universal como cualquier otro.
Escritoras y madres con voz propia
Isabel Allende
El ser madre, nunca fue un impedimento para escribir. En 1963 nació su hija Paula y en 1967, su hijo Nicolás. En esa época, Isabel trabajaba en la redacción de la revista Paula, realizó colaboraciones para la revista infantil Mampato, publicó dos cuentos para niños (La abuela Panchita y Lauchas y lauchones, ratas y ratones) así como una colección de artículos titulada Civilice a su troglodita.
Pero, un hecho doloroso ocurrió cuando su hija Paula falleció en 1992, por una porfiria que la dejó en coma en una clínica de Madrid. Esto la impulsó a escribir Paula, libro autobiográfico epistolar publicado en 1994 donde relata cómo fueron su niñez y juventud hasta llegar a la época del exilio. Dos años después, fundó The Isabel Allende Foundation, en homenaje a su hija, quien había trabajado de voluntaria en comunidades desfavorecidas (en Venezuela y España) como educadora y psicóloga.
Toni Morrison
Admirada y reconocida en vida. La ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1993, con tan solo seis novelas publicadas en ese momento, Toni Morrison fue la voz de las minorías y la que mejor explicó la situación contemporánea de la sociedad afroamericana en los Estados Unidos.
En 1953 se graduó en Filología Inglesa y en 1958 se casó con el arquitecto jamaicano Harold Morrison. El matrimonio duró hasta 1964 y ella se quedó a cargo de sus dos hijos en Siracusa. El ser madre lo complementó a la perfección con su profesión. Comenzó a trabajar con la editorial Random House, hasta que a finales de los años sesenta se trasladó a Nueva York como editora del mismo sello. Su gran año llegó en 1970, al publicar su primera novela en la que había trabajado desde finales de los años cincuenta, Ojos azules. Ya como Toni Morrison se dedicó a contar la vida de su raza y de su país evocando la voz de su abuela en una escritura de prosa bella y precisa que sigue inspirando a quienes la leen.
Jane Lazarre
La autora del libro El nudo materno (The mother knot, 1976) narró sus días a cargo de su primer hijo recién nacido sin perder de vista su perspectiva: la de una artista, con temperamento intenso, de clase media, sin dinero para contratar asistentas a tiempo completo y sin una habitación donde aislarse.
A pesar del tiempo, su relato autobiográfico aún tiene vigencia y apunta al reconocimiento de una maternidad feminista, según su opinión “La literatura, el activismo y el cambio generacional han sido fundamentales para que esto haya cambiado”.
La escritora cuenta que ha conocido a madres, periodistas, académicas y escritoras cuyos hijos aún eran bebés o adolescentes, o que habían crecido, y a mujeres que no eran madres pero que estaban comprometidas con la maternidad feminista.
J.K. Rowling
La escritora inglesa que ahora goza de fama y reconocimiento mundial por su célebre saga de Harry Potter, fue en sus inicios, una madre sin recursos económicos que completó su primera novela escribiendo en varios cafés, especialmente el Nicolson, con su hija en su cochecito.
Sin empleo y viviendo de los beneficios que le otorgaba el Estado, Rowling declaró en el programa televisivo de Estados Unidos A&E Biography que una de las razones por la cual escribía en cafés era debido a que el llevar a pasear a su bebé era la mejor manera de hacerla dormir.
Doris Lessing
La escritora británica, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2007 tuvo tres hijos. Dos de su primer matrimonio con el funcionario Frank Charles Wisdom y un tercero con Gottfried Lessing, un exiliado judío alemán que había conocido en un grupo literario marxista.
Doris, agobiada por sus inquietudes intelectuales y literarias y por el trabajo de ser esposa y madre, se divorció por segunda vez, aunque conservó el apellido de su esposo para publicar. En 1949, con treinta y seis años, se trasladó al Reino Unido con su hijo pequeño dejando en Sudáfrica con su padre a los mayores, ya que, según afirmó años después, no quería desperdiciarse siendo solamente madre. Una vez instalada en Londres, retomó su carrera de escritora publicando Canta la hierba (1950).
Escritoras y madres con voz propia
Corín Tellado
En 1962 la UNESCO declaró que Corín Tellado era la autora más leída en castellano después de Cervantes a pesar de que fue despreciada por los literatos. Paradójicamente, la autora de novelas de amor tuvo dos hijos de un matrimonio sin amor.
Como ya tenía fama y solvencia económica se convirtió en cabeza de familia, manteniendo a sus hijos ante la actitud desinteresada del marido. A la final se separó pero nunca se divorció. Begoña y Domingo son los nombres de sus hijos. Corín dijo que se había casado, cansada de pagarles las bodas a sus familiares.
Sylvia Plath
La escritora de La campana de cristal se casó en 1956 con el poeta inglés Ted Hughes con quien tuvo dos hijos, Frieda y Nicholas. Durante su vida atravesó varios conflictos personales, la enfermedad de su padre, los reproches de su madre, la infidelidad de su marido. Plath sufría de depresión.
Tras su separación, retornó a Londres con sus hijos, Frieda y Nicholas. Alquiló un piso donde había vivido W. B. Yeats; esto le encantaba a Plath y lo consideró un buen presagio. Pero el invierno de 1962 fue muy duro y es el 11 de febrero de 1963, cuando Plath, enferma y con poco dinero, se suicida asfixiándose con gas. Esa mañana, selló con cuidado la puerta de la cocina para que el escape de gas no afectara a sus pequeños y colocó un vaso de leche al lado de cada uno por si despertaban con hambre.
La escritora española siempre ha sido muy reservada con su vida personal, ella considera que “crear y criar hijas/os es una forma de creación tan difícil y valiosa como la intelectual o artística”. Tiene una hija propia y un hijo adoptado.
Escribió A mí no me iba a pasar, una autobiografía con perspectiva de género en la que reflexiona lo que significa ser madre. Afirma: “La maternidad no se ve como un proceso humano y cultural sino como algo que está fuera de la cultura, algo meramente biológico, o emocional e idealizado pero impersonal, como si todas las maternidades fueran iguales, como si las madres no fueran realmente individuos sino vehículos o recipientes”.
Según Laura, las mujeres que escritoras y madres con voz propia no solo “son relativamente pocas y carecen de fuerza para imponer su agenda”. Si escribimos sobre guerra, viajes, amor heterosexual o individuo enfrentado al mundo, tenemos una gran tradición literaria en la que apoyarnos y con la que dialogar; si escribimos sobre una madre y un bebé, no”.
Un libro para cada madre
Escribió Quién quiere ser madre (Alfaguara) y organiza desde 2018 el taller Nosotras parimos, nosotras escribimos. Se trata de “un espacio de seguridad para leer, pensar y escribir en torno a la maternidad y la experiencia situada y crítica”.
La idea surgió de su propia vivencia como madre y escritora en la búsqueda de relatos literarios y críticos que le sirvieran de espejo. “Lo femenino ha sido siempre lo infraordinario para la alta cultura (absolutamente androcentrista), por lo que la gestación, parto, lactancia y crianza han sido crisis vitales no solo no interesantes, si no directamente algo a esconder desde la experiencia crítica”, señala.
“Para escribir sobre maternidad parece imprescindible traicionarse a una misma o al hijo, puede que a los dos, como es mi caso”, así piensa esta escritora y lo plasma en su libro La mejor madre del mundo.
Ella opina que al ser escritoras y madres con voz propia nunca se sabe si se logran con éxito ambas cosas o si, como dice la protagonista de su novela, fracasas en ambas.
“Actualmente, la conciliación de la maternidad con cualquier otra identidad (profesional, artística, personal…) es muy difícil. Lo único que posibilita ciertos espacios de independencia es el dinero. Tener hijos y conservar un cuarto propio es literalmente muy caro, además de costoso. Es normal que la tasa de natalidad siga bajando cada año. Porque la conciliación requiere dosis de heroicidad.
“En la voz de las madres, el modelo de amor maternal es una historia esencial que forma parte de nuestro entendimiento del amor en todas sus formas”. Jane Lazarre
“El amor de Madre es paz. No necesita ser adquirido, ni merecido”. Erich Fromm
“Crecer no significa nada para una madre. Un niño es un niño. Se hacen más grandes, más viejos, pero para ellas siguen siendo sus niños”. Toni Morrison
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