Escritores que compartieron vidas, letras y algo más

Escritores que compartieron vidas, letras y algo más

Escritores que compartieron vidas, letras y algo más. Vivir la pasión por escribir con una pareja puede ser motivo de felicidad. Al escribir te enamoras de lo que creas. Imagina cómo sería a relación entre dos personas que se dedican a lo mismo, en este caso, ambos ejercen la profesión de escritores.

Para celebrar el tan comercializado Día del Amor y a Amistad hemos querido contarles las historias de famosos escritores que decidieron comenzar una relación amorosa. Compartiendo aspectos de la narrativa con el amor: la imaginación, el erotismo, el lenguaje, la retórica, lo lúdico de la literatura. Al amor hay que escribirlo también, estas son las parejas de escritores y amantes.

Escritores que compartieron vidas, letras y algo más
  • Sofía Andréyevna Tolstáya y León Tolstói

Sofía transcribió siete veces Guerra y Paz para su marido (una edición de más de dos mil páginas). Nacida Sofía Bers, Sofía Andréyevna Tolstáya y León Tolstói se conocieron en 1862, estuvieron casados cuarenta y ocho años durante los cuales ella ofició de escriba y agente.

Fue escritora, fotógrafa y copista. A pesar de los dieciséis años que le llevaba Lev Nikoláyevich Tolstói, Sofía fue un poco madre también: logró que su marido abandonara su condición de jugador y mujeriego. Tuvieron trece hijos.

Y aunque el mismo autor declaró que su mejor momento intelectual vino de la mano de su esposa, en sus últimos años se alejó. «No puedo explicarlo, no tengo fuerzas para seguir sus enseñanzas», escribió el hombre tras Ana Karenina. Ella, corrió a su encuentro cuando supo que una mortal neumonía lo afectaba. No le permitieron acercarse por el horrible estado de Tolstói pero luego de la dosis mortal de morfina, ella lo besó en la frente y le pidió perdón de rodillas. Fue la última escena que el escritor ruso vivió antes de cerrar los ojos.

  • Mary Shelley y Percy Byshee

De aquella afamada noche en Ginebra donde Lord Byron y sus invitados se encerraron a escribir, Mary Shelley resultó la protagonista despuntando con su Frankenstein o el joven Pometeo, mientras que su marido Percy Byshee, al que conoció en 1814 cuando era un hombre casado, quedó a un costado.

Pero fue él también un poeta de su época que, además, animaba a su esposa a escribir. Tras la muerte de Percy, Mary se dedicó a editar y publicar sus trabajos amén de citarlo constantemente en su obra.

  • Mark Twain y Olivia Langdon

Mark Twain, de nombre Samuel Clemens, se casó con Olivia Langdon en 1870 tras conquistarla llevándola a una lectura de Charles Dickens. Fue su editora, su asistente y hasta terminaba los artículos del escritor, además de ofrecerle su punto de vista como mujer. Aunque eternamente enferma, Olivia, además de sus propios escritos, se ocupó de promover la obra de Twain hasta su muerte.

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  • Peter Orlovsky y Allen Ginsberg

El celebrado poeta de la generación beat, Allen Ginsberg conoció al también hombre de letras Peter Orlovsky en 1954 y se amaron hasta 1997, cuando murió Allen. El beatnik alentaba a su pareja a escribir y aunque no tuvo la calidad literaria de Aullido, Orlovsky publicó sus poemas dentro la misma corriente. Tuvieron una relación abierta donde había lugar tanto para hombres como para mujeres, pero su amor los mantuvo unidos más de cuarenta años.

  • Vladímir Nabokov y Vera Slonim

Vera Slonim se casó con Vladímir Nabokov en Berlín en 1925, aunque fijaron residencia en Estados Unidos tras huir de los bolcheviques. Rayando en la locura, la relación fue tan íntima que no sólo ella escribía a los editores en nombre de Nabokov y atendía sus llamadas, sino que llevaban juntos un diario íntimo. Ella fue su chofer y se sentaba junto a él cuando daba clases en la universidad. Pero fue también su gran biógrafa y quien rescató Lolita del fuego. Ella le decía: «No, no. Esto deberías decirlo de otro modo», cuenta Stacy Schiff, en su biografía sobre Vera. Trabajaron en equipo escribiendo juntos, corrigiéndose y editándose mutuamente.

Llamaba tanto la atención esta relación que corrían las leyendas: Vera era la real escritora y no la musa, ella llevaba un arma en la cartera para proteger a Vladímir… Lo que sí fue cierto es que Vera cortaba la comida de su marido antes de que comiera. «Sin mi mujer no podría haber escrito ni un solo libro», dijo él. Tras la muerte del escritor, ella continuó editando su obra hasta sus 80 años.

  • Virginia Woolf y Leonard Woolf

Leonard Woolf fue quien le dio el apellido a Virginia Stephen (se casaron en 1912), además de su apoyo y amor incondicional. Él, teórico político, editor y escritor, fue junto a su pareja, un destacado narrador dentro del selecto Círculo de Bloomsbury, escribió casi una veintena de obras mientas duró su matrimonio con Virginia.

 Juntos fundaron Hogarth Press tras la compra de una imprenta manual, lo que devendría en una gran editorial que publicó a T.S. Elliot, entre otros. Leonard fue el gran soporte en la depresión de Virginia Woolf, y a él dedicó sus últimas líneas antes del suicidio: «Lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad que tuve en esta vida. Has sido tremendamente paciente conmigo e increíblemente bueno… No creo que existan dos personas que hayan sido más felices que nosotros».

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  • David Foster Wallace y Mary Karr

«Dejen de preguntarme sobre David Foster Wallace. Mi única contribución a la literatura fue habérmelo cogido un par de veces a principios de los 90, gracias». Aniquiladora, la poeta y ensayista americana Mary Karr pareciera no entender la importancia de tamaña confesión. Y lo cierto es que su aporte al género ha sido, si bien diferente al de Foster Wallace, profundamente exquisito.

El autor de La broma infinita, obra que lo catapultaría como uno de los más destacados escritores de su tiempo, sobrevivió veinte años a base de antidepresivos hasta hartarse de esa condición. Cuando él se ahorcó, ella le escribió una poesía. Maldita, sarcástica, bellísima, claro reflejo de su relación:

 «Más de una vez me pediste que respirara en tus pulmones como el soprano en la ópera / Amé entonces que mi fantasma te habitara y que tragaras mis creencias en tu casi probable alma / Me pregunto si tu muerte se sentirá como un fracaso para quienes te amaron / Como si nuestra resucitación cardiopulmonar colectiva se hubiese detenido demasiado pronto / Las paletas de desfibrilación perdieron su carga / El cadáver nos castigó sin volver a sentarse / Perdoná mi convicción de que cada suicida es un boludo / Hay una buena razón por la cual no soy Dios / Porque cruelmente flagelaría al autoflagelado». Si eso no es amor…

  • Stephen King y Tabitha King

La esposa de Stephen King es escritora como su marido. Casada desde 1971 con el autor de El resplandor, Tabhita King cuenta con más de 15 libros editados y es, además, una activista humanitaria. Cuando él comenzó a escribir Carrie, desechó las primeras páginas una y otra vez al no lograr la perspectiva femenina de su personaje. Ahí fue donde Tabhita lo ayudó en todo el proceso creativo aportando su punto de vista.

  • Siri Hustvedt y Paul Auster

Paul Auster lo hizo dos veces. En 1974 se casó con Lydia Davis, narradora ella especializada en cuentos cortos y traductora de francés. Tuvieron un hijo, Daniel, y ella, muy influenciada por Samuel Beckett, ha publicado casi una decena de libros. En 1981, cuatro años después del divorcio, él volvió a casarse con quien es aún hoy su compañera, la también novelista, ensayista y poeta Siri Hustvedt. La secundan seis títulos de ficción, dos de poesía y cuatro ensayos. La pareja tuvo a Sophie, hoy actriz.

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  • Truman Capote y Jack Dunphy

Cuando Jack Dunphy conoció a Tuman Capote en 1948 ya había escrito la exitosa novela John Fury y estaba separándose de su esposa. Diez años mayor que Truman, era su opuesto: mientras uno sobresalía en la vida social, el otro era un solitario. Lograron vivir en la casa que había sido D.H. Lawrence, conteniendo así a ambos. Además de novelista, la pareja de Capote fue un destacado dramaturgo. Permanecieron juntos hasta 1984, cuando murió el autor de Música para camaleones. Dunphy lo sobrevivió siete años.

  • Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir

Se trataron de usted durante más de 50 años, nunca vivieron juntos, se negaron a contraer matrimonio y tener hijos, y es conocida la liberalidad con la que ambos aceptaban que el otro miembro de la pareja mantuviera relaciones con terceras personas.”

Esta pareja de filósofos franceses practicó la poligamia, es decir, mantuvieron relaciones sexuales con varias parejas mientras estaban juntos.

  • Scott Fitzgerald y Zelda Sayre Fitzgerald

Zelda y Scott se casaron en 1920 y su primer libro, A este lado del paraíso, se publicó ese mismo año lo que resultó una coincidencia redonda ya que inauguraban la nueva década siendo jóvenes, bellos y exitosos.

Aparte de sugerir títulos de algunas de sus novelas, insistir para eliminar el final feliz de Hermosos y malditos, Zelda escribió junto a él parte de la obra The vegetable. Además “Fitzgerald se inspiró casi despiadadamente en sus cartas y diarios, aunque ella no dio señales de desaprobación; Fitzgerald era el profesional y no Zelda”.

  • Ted Hughes y Sylvia Plath

La tormentosa relación de Sylvia Plath y su marido el poeta Ted Hughes ha provocado ríos de tinta durante más de medio siglo. El poeta británico fue humillado en vida y muerte por su supuesta contribución al suicidio de la escritora norteamericana en 1963, tres años después de su consagración con El coloso.

Las últimas cartas escritas por Sylvia Plath a la psiquiatra Ruth Barnhouse, con quien mantuvo una intensa amistad hasta sus últimos días, arrojan luces sobre el infierno doméstico de la pareja literaria. En la correspondencia, hasta ahora inédita, Sylvia Plath informa de que Hughes la golpeaba frecuentemente.

La poeta americana alegaba que su marido y padre de sus dos hijos, Frieda y Nicholas, llegó incluso a agredirla físicamente tres días antes de tener un aborto en 1961. Un año después, Plath, que luchó contra la depresión la mayor parte de su vida, aseguró que su marido deseaba «verla muerta».

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Patricia Chung

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