La buena fortuna de «La hija de la española»

La hija de la española es la primera novela de la escritora venezolana radicada en Madrid, España, Karina Sainz Borgo.
En entrevista a Qué Leer afirma que la obra trata sobre “la intemperie que sufrimos las personas y las sociedades” y su personaje principal Adelaida, es “una alegoría”. No se considera una escritora de hábitos, simplemente cuando no lee, escribe y cuando no escribe, lee.
Tu primera novela La hija de la española, ha sido una verdadera bendición. Comprada por Harper Collins, Gallimard, Lumen, Casanova & Lynch, 22 países, traducida a 15 idiomas. ¿Cuál es tu opinión sobre el revuelo que ha causado?
Ha sido inesperado, un ventarrón, un estupor. Supone una oportunidad mayúscula de aprendizaje humano y narrativo. La novela llegará a lectores en 22 países. Hablamos de sensibilidades y tradiciones literarias muy distintas, además de panoramas editoriales de una riqueza manifiesta. Esa heterogeneidad es, en sí misma, un premio. Un lector alemán, francés, anglosajón, uno griego y otro portugués, y un italiano, y un brasileño, y un holandés, y un turco, y un libanés, y un israelí… se emocionaron con esta historia. Ahora quiero saber y escuchar por qué.
¿Podrías contarnos cómo la concebiste y qué te inspiró para escribirla?
La hija de la española lleva años escribiéndose. Hay dos elementos que viajan conmigo a todas partes: la furia y el (des) arraigo. Ambos se expresan en todo lo que hago y escribo. Aparecen ya en novelas anteriores, que aún permanecen sin publicar, y que han alcanzado una forma más nítida en La hija de la española. A mí me puede la cólera de Aquiles y creo que la llevo puesto desde antes de leer a Homero.
¿Cuál crees que ha sido el principal atractivo que ha encantado a quienes la han leído?
Creo que es una novela honesta, un libro que aspira a la belleza y la violencia. La brutalidad me ha parecido siempre una imagen familiar y de la que puede extraerse luz. Una constante de la historia es la pérdida: de la madre, de la patria, del hogar… de todo aquello que en principio debería durar para siempre y desaparece de a poco ante nuestros ojos, cayéndose a pedazos. Todos hemos sido huérfanos, todos hemos sido robados, todos hemos sido apartados. Y de eso va La hija de la española, de la intemperie que sufrimos las personas y las sociedades.
¿Tiene algo de biográfico el relato?
Hace poco se publicó Una noche en el paraíso, un libro de 21 cuentos inéditos de la escritora Lucia Berlin. En el prólogo, su hijo dice que su madre escribió historias verdaderas, no autobiográficas… pero casi. Este libro aspira a esa síntesis entre vida y literatura. Lo que podría parecer mi biografía reúne la de cientos y miles de personas. La hija de la española no es una novela de autoficción. No aspira a retratarse en la narrativa de Karl Ove Knausgård, Emmanuel Carrère o Rachel Cusk, ni mucho menos.
Coméntanos sobre Venezuela como motivación en la novela.
Venezuela, como toda herida que supura, formó parte de las corrientes subterráneas de la novela, pero hay mucho más aquí. De hecho, apenas y se menciona la palabra Venezuela en el libro. Es una coordenada afectiva, pero no el centro.
Los viajes siempre han sido parte de tu vida, ¿De qué manera esa experiencia está plasmada en tu obra?
La atraviesa. La define. La alimenta.
La protagonista es Adelaida de 38 años, ¿Por qué escogiste una mujer en el rol principal por demás valiente y que rompe los estereotipos?
Lo hice porque la mayoría de los personajes literarios que me han marcado suelen tener la osamenta de Adelaida, una complexión en apariencia endeble, pero fibrosa como un junco. Más que una mujer, Adelaida es una alegoría. Se parece al padre de McCarthy en La carretera y también a la Mick Kelly de McCuller en El corazón es un cazador solitario, pero también a la Úrsula Iguarán del Gabo, de los protagonistas de J.M Coetzee o de las mujeres de El cuaderno dorado de Doris Lessing. Nací, ya ves, en una tierra que, en sus elementos folclóricos y sincréticos, gira alrededor de la mujer como gran proveedora, víctima y victimaria. María Lionza, por ejemplo, esa diosa que sostiene un hueso pélvico trepada a una danta. Ese tipo de imágenes llevan escribiéndose en mi cabeza desde que soy muy pequeña. De ahí ha salido una Gorgona mestiza.
Elisa Lerner, Miyó Vestrini y Natalia Ginzburg, son tres mujeres importantes de la literatura que han influenciado tu obra. ¿Qué te ha aportado cada una de ellas?
Elisa Lerner, la elegancia y la belleza. Miyó Vestrini, la poesía, la devastación y la muerte. Y la Ginzburg, ay, la Ginzburg. Leerla es como lavar la ropa llorando. No quiero dejar de mencionar a Yolanda Pantin, la poeta más grande que he leído y que arranca belleza de la piedra picándola con sus propios nudillos.
Para ser una buena escritora ¿Qué hábitos son imprescindibles?
Yo no tengo ningún hábito recomendable. Cuando no leo, escribo. Cuando no escribo, leo. No duermo, fumo como un condenado al paredón, escucho ópera como una desquiciada, voy a los toros, bebo como un pianista en una taberna de John Ford, camino y escucho conversaciones ajenas y pierdo la cabeza con las historias que me gustan.
Karina Sainz Borgo: la ficción es el territorio de las cicatrices
¿Cuáles son tus expectativas y perspectivas en cuanto a tu carrera profesional en el 2019?
Sobrevivirlo.
¿Tienes ya algún proyecto literario en el que estés trabajando?
Tengo tres. Dos novelas y un libro de crónicas que viene en camino. Pero, ya te digo, entre reportaje y reportaje, hago lo posible por escribir para mí.
Al leer tus redes sociales, se puede decir que aunque vivas en Madrid, tu corazón y tu mente están en Venezuela. ¿Cómo evalúas lo que pasa y la actual situación que viven sus habitantes?
Yo nunca me fui de Venezuela, pero Madrid es también una casa, un hogar. Es, de hecho, mi relación afectiva más larga. Me he hecho adulta en España y de Venezuela añoro, quizás, esa arcadia ahora ultrajada, el país de los árboles de ciruela de huesito y de ese olor potente a belleza y destrucción. ¿Cómo lo veo? Con cautela, con incertidumbre y preocupación.
¿Cuál crees que es el rol de los escritores venezolanos que se encuentran esparcidos por todo el mundo en cuanto a su aporte para la reconstrucción del país?
No creo que un escritor deba hacer de su origen un argumento. Escribimos de aquello que nos atormenta y nos duele, de lo que nos crea problemas. Dicho esto, creo que existe un grupo de autores que está trabajando en su obra con talento y tenacidad.
¿Puedes regalar a nuestros lectores algún fragmento de La Hija de la Española?
“Nuestra vida, mamá, estuvo llena de mujeres que barrían para ordenar su soledad. Mujeres de negro que prensaban hojas de tabaco y apartaban con una pala los frutos caídos, que re-ventaban contra el suelo en la madrugada. Yo, en cambio, des-conozco cómo sacudir el polvo. Carezco de patios y mangos. De los árboles de mi calle solo caen botellas rotas. No tuvimos patios, mamá, y no te lo reprocho. En la madrugada, y a veces en medio de la oscuridad, peino con una escoba mi propia tierra hasta hacerla sangrar. Recojo mis recuerdos y los apilo, como hacíamos en Ocumare de la Costa con las hojas para quemarlas a última hora de la tarde. Aquel olor a incendio ejer- ció sobre mí una fascinación secreta que vi romperse hace unos días. El fuego solo purifica a quien no posee nada más. Hay tristeza y orfandad en las cosas que arden”.
Karina Sainz Borgo nació en una Caracas de 1982, cuando todo estaba a punto de incendiarse. Trabaja como periodista especializada en temas culturales en Zenda y Vozpopuli, aunque escribe a todas horas.
Ha publicado los libros de periodismo Caracas hip-hop (Caracas, 2007) y Tráfico y Guaire. El país y sus intelectuales (Caracas, 2007) y mantiene el blog Crónicas Barbitúricas. La hija de la española es su primera novela publicada.
Fotografía: JEOSM
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