Leer libros leídos

Un libro leído no parece gran cosa hasta que te encuentras contigo mismo en él. Sobre todo, si el libro no lo habías leído tú sino otro lector, quién sabe dónde y quién sabe cuándo. Sobre todo, si no sabes quién eres tú a la hora de regresar, porque un libro no leído es gran cosa si el único que lo ha leído eres tú mismo.
Pasó que compré un libro en la librería de viejo más cercana, no la de más confianza, he ahí el error, y apenas en la primera línea del prólogo me aparecí en forma de lector vicioso. Estaba allí, tirado sobre una banca de parque, amanecido, como los ebrios que se abrazan a la botella con el último cuncho. En mi caso no había botella sino otro libro, el mismo libro en el que estaba leyendo esto. Y aunque nadie lo decía por mí, porque yo no podía ni hablar de tanta ebriedad literaria, en aquel libro, estoy seguro, también estaba yo, en algún lugar del mundo, con ese mismo libro bajo el brazo. Y así podría seguir hasta el infinito. Siempre yo. Siempre el mismo libro. Siempre un lugar diferente. Siempre un gato perezoso rondando. Pero tal cosa ni me sorprende ni me asusta, porque ya lo he vivido más de una vez. Lo que logra en mí es que me conozca en todas las posibles formas, y hasta en las imposibles. Es por esto que escribí estas pocas palabras. Alguien al otro lado del mundo, en alguno de los universos paralelos, afuera de los libros, tiene que saber que nos el único ni es único. Porque todos somos tan únicos que somos el mismo. Así como los libros son en el mismo libro si lo sabemos leer.
Resumamos esto en once palabras: leer libros leídos es más leer que leer libros no leídos.

Sergio Marentes21 Posts
Editor y director editorial del Grupo Rostros Latinoamérica. Es poeta y narrador. Lector irredento.
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