Leo Felipe Campos: hay mucha calidad literaria en latinoamérica

El más reciente libro de Leo Felipe Campos (San Félix, Venezuela, 1979), radicado en Colombia se llama Gancho al Hígado. Contrario a lo que parece, no es un relato sobre boxeo, es la historia de personajes que han recibido este guantazo fulminante en el round más difícil de sus vidas.
El escritor afirmó, que desea seguir en contacto con los lectores venezolanos, así que los interesados pueden adquirir el libro a través de Qué Leer y beneficiar a las #BibliotecasMóvilesQuéLeer.
Gancho al hígado es tu más reciente libro. Como escritor, ¿qué es lo que más te llama la atención de un deporte que se basa en la rudeza y en la violencia de movimientos?
En este libro el boxeo es una excusa para hablar de los tipos de escritores que creo que existen, y también del dolor y la renuncia como parte de nuestras vidas. Como deporte, la plasticidad, la velocidad, la fuerza y el baile componen un cuadrilátero que encierra, de forma real y metafórica, la lucha del hombre contra el hombre en espacios breves de tiempo.
¿De qué se tratan esos cuentos?
No es un libro sobre el boxeo, sino sobre las distintas formas de la felicidad y la derrota. El mar, la alegría, la infancia, la violencia, el humor y el deseo. Aquello que sienten los personajes cuando la vida está a punto de noquearlos, y deben sacar nuevos aires de donde les falta el oxígeno.
¿Qué lees actualmente por placer?
La lista es extensa, principalmente cuentos y novelas, sobre todo de autores latinoamericanos contemporáneos. A veces comienzo y no termino, salto a otro libro, vuelvo. Lo paro. Soy poco disciplinado. En la fila de lo que estoy leyendo o por leer se cruzan Stoner, de John Williams; Temporada de Huracanes, de Fernanda Melchor; Las venas del océano, de Patricia Engel; La máquina de pensar en Gladys, de Mario Levrero; Soy yo, Édichka, de Eduard Limonov…
¿Cómo evalúas el movimiento literario latinoamericano actual?
No sé si exista algo como un movimiento; mucho menos homogéneo. Lo que sí he visto es mucha calidad literaria, sobre todo en Colombia, donde he podido conocer a escritores que no había leído, como Tomás González, Roberto Burgos Cantor, Andrés Mauricio Muñoz, Juan Álvarez, Álvaro Robledo o Luis Fernando Charry, por citar a algunos que me han gustado mucho.
¿Y cuáles son tus escritores favoritos?
Los menciono en el prefacio de Gancho al hígado. Ojalá puedan comprar el libro. Me interesa que me sigan leyendo en Venezuela.
¿Dónde se consigue Gancho al hígado en el país?
Acabamos de llegar a un acuerdo con @queleer. Quienes viven en Venezuela podrán comprarlo a través de esta cuenta. Lo mejor es que todas las ganancias irán al proyecto #BibliotecasMóvilesQuéLeer.
¿Por qué un escritor debe ser lector?
Porque aunque el mercado, la velocidad de las redes y ciertas píldoras de autoayuda nos quieran hacer creer lo contrario, no se puede ser lo uno sin lo otro.
En 2009 publicaste Sexo en mi pueblo, ¿cómo fue esa experiencia?
Linda y divertida. A pesar de la inexperiencia, creo que aquellos relatos pornográficos se movieron bien en la cama de las letras venezolanas de entonces. Fue mi segundo libro y formó parte del lanzamiento del sello editorial PuntoCero, al que le estaré siempre agradecido por la confianza.
Cuéntanos sobre Mi jaragual.
La canción de Ismael Rivera es una joya que casi nunca falta en mis fiestas. Si hablas de mi viejo blog, es un recuerdo grato que me nutrió por seis o siete años, y que luego abandoné porque me faltaba el tiempo y se me fue acabando la motivación.
Estuviste nominado a un Latin Grammy. ¿Sigues componiendo?
Aquello fue un golpe de suerte: era la primera vez que escribía la letra de una canción. No soy músico ni compositor. Mi padre sí lo era, quizás por eso en mi computadora o en mi celular suenan todos los días samba, bolero, bossa nova, jazz, blues y salsa. A veces también escucho rock. Recientemente repetí la experiencia de escribir la letra de una canción para un gran amigo: Reyes. Para mí fue un lujo. Es algo que me encanta. Espero que le vaya bien.
La experiencia de la paternidad es muy importante para ti. ¿De qué manera te ha inspirado?
La paternidad es la respuesta a lo mejor que me ha pasado: disfrutar el nacimiento y crecimiento de mi hija. No sé si eso me ha inspirado a crear algo nuevo o distinto, pero sí me ha ayudado a reflexionar más y a intentar ser un mejor ser humano.
Eres muy versátil, has sido actor, asistente de dirección en cine, cronista y periodista deportivo; en Colombia eres editor y corrector de estilo. ¿Cuál es la que más te gusta de todas estas actividades?
Beberme tres vinos o cuatro cervezas con mi esposa, bailar salsa y jugar futbolito con mis amigos, aunque en esto último sí que soy bastante mediocre.
Aunque no vives en Venezuela, estás presente con tus opiniones en las redes sociales, ¿cuál es el libro que escribirías sobre la situación actual?
No lo he pensado. Al ejercer el periodismo no siento necesidad de vincular mi creación literaria con una coyuntura como la actual. Por más catastrófica que sea. Aunque si me apuras, supongo que sería una tragedia con tintes farsescos, y con un secuestro como historia central.
En 2017, escribiste en Prodavinci: Venezuela tiene una identidad que son muchas al mismo tiempo, y la negación del otro, su deshumanización, la división y la maldad, así como la claridad de nuestros deseos, muchas veces contradictorios, pesan tanto como la fuerza de su naturaleza o esa idea abstracta, manoseada y cuestionable de la nobleza, la bondad y la alegría del panita jodedor venezolano. Podrías explicarnos tu opinión sobre las muchas identidades que hay en Venezuela y cómo eso atenta contra lo que se quiere, se necesita, se debe, se puede.
Procuro no generalizar, pero diría que para el venezolano se hace cada vez más difícil no pensar a los coñazos. Estamos atravesados por la ruptura y el rencor. Nos hemos ido deshumanizando y olvidamos debatir sobre temas fundamentales de este siglo. Esto no es una crítica, sino una descripción. A pesar de los viajes o las nociones de diáspora y destierro (o quizás por eso mismo), pareciera que el tiempo fuera más corto y el espacio más estrecho para la mayoría. Es un drama.
Sin embargo, la idea del cheverismo o la jodedera como un gran valor sigue estando ahí, muy marcada. Es la muerte convertida en meme, la venganza en chiste, la memoria en melodrama. Aquel texto nació porque en medio de la represión y los asesinatos del gobierno chavista durante las protestas, la gente parecía olvidar, a mi juicio, preguntas más gruesas. Todos, represores y reprimidos, eran venezolanos. ¿Y eso qué significa?
Para el New York Times en español escribiste: En este siglo, en Venezuela, Colombia y Brasil solo triunfan propuestas lideradas por hombres carismáticos, fuertes y populistas que visibilizan un enemigo, sin importar que pongan en riesgo las instituciones democráticas. Quiero tu opinión sobre el peligro que han significado estas propuestas para América Latina.
Está a la vista: los tibios apestan para las mayorías. Ahora en Brasil, que es mi segundo país, hay un candidato presidencial peligrosísimo, Jair Bolsonaro. En términos de adicción al poder, da lo mismo que esos populismos sean de izquierda o de derecha; el chavismo en Venezuela y el uribismo en Colombia son muy parecidos en cuanto a sus ejercicios desde el poder y su pretensión de dominar las instituciones y aniquilar al enemigo.
¿Regresarías a vivir a Venezuela?
No tengo ni la menor idea.
Piensas que hoy en día, ¿la gente lee más o menos?
Creo que leemos más, sin duda. Lo que no quiere decir que leamos mejor.
¿Algún proyecto literario en puertas?
Después de Gancho al hígado espero terminar un libro de relatos que será la continuación estética de Sexo en mi pueblo; juntos formarán un díptico. El personaje central será femenino; la novela estará atravesada por la salsa, y las escenas de sexo o erotismo serán menos descriptivas, menos explícitas; aunque espero que no por eso menos atractivas, seductoras y divertidas.
Leo Felipe Campos (San Félix, Venezuela, 1979). Acaba de lanzar su libro de cuentos Gancho al hígado (Tusquets editores). También es autor de los libros de relatos El famoso caso de las cartas de Lucas Meneses (2009) y Sexo en mi pueblo (Ediciones Puntocero, 2009). Ha sido publicado en siete antologías: una de poesía, tres de cuentos y otras tres de crónicas periodísticas. Fue cofundador y editor de la revista cultural Plátanoverde y la revista de literatura latinoamericana 2021 Pura Ficción.
Ha trabajado como periodista deportivo y periodista de investigación. Recientemente se estrenó como articulista de opinión para The New York Times en español. En 2012 fue nominado a los premios Latin Grammy por la creación de la letra para una canción de rock en español. Actualmente vive en Bogotá, donde trabaja a destajo como cronista, editor y corrector de estilo.
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