Luis Eduardo Barraza: escribir es intentar satisfacerte a ti mismo como lector

Luis Eduardo Barraza nació el 4 de agosto de 1990 en el Estado Zulia. Licenciado en Letras por La Universidad del Zulia. Actualmente residenciado en Colombia.
Luis Eduardo Barraza ganó el Concurso Anual de Poesía de la Librería Lugar Común 2016 y de La Grapa Literaria (2010). Con el libro Calamarius resultó ganador del Premio de Literatura Experimental Sporting Club Russafa en España, 2018.
Ha publicado los poemarios Solicardia y Los días arqueados (traducido al italiano).
Poemas suyos han sido publicados en distintas revistas electrónicas tales como: Carruaje de pájaros, Poesía, Hermanos Chang, Letralia, Los poetas del 5, Low-fi Ardentía y Círculo de poesía. Poemas suyos también han sido traducidos al Portugués y al Inglés y publicados en las revistas Otro Páramo y Latin American Literature Today respectivamente
¿Para usted “escribir “es una profesión o un hobby?: realmente ninguna de las dos. Lo definiría más bien como un oficio. No es una profesión porque no vivo de ello, y no es un hobby porque no lo hago solo para distraerme o divertirme. La escritura es posiblemente aquello que asumo con la mayor seriedad. Es casi una cuestión de vida o muerte. Una razón de ser.
¿Qué es lo más difícil de ser escritor?: que el trabajo te impida tener y darte el tiempo necesario para leer y escribir.
¿Qué le hizo saber que se dedicaría a ser escritor?: seguramente fue luego de ganar un segundo concurso de poesía. Supuse que un concurso podía ser casualidad pero dos no. Entonces me empecé a plantear la escritura como un proyecto de vida. Dejó de ser algo que simplemente me gustaba para convertirse en un oficio.
¿Tiene alguna rutina para sentarse a escribir?: no tengo una rutina específica. Los trabajos por lo general me lo impiden. Sin embargo, cuando dispongo de algo de tiempo suelo hacerlo por las mañanas. Siempre temprano. Escribir de noche, hace años lo aprendí, me quita el sueño. Después de la escritura el cerebro sigue trabajando indiscriminadamente.
¿Cuáles autores lo inspiraron para escribir?: muchos. Entre los que más recuerdo y aún me inspiran están Vallejo, Juan Sánchez Peláez, Gerbasi y Eugenio Montejo.
¿Qué libro le hubiese gustado escribir?: uno que al leerlo me hiciera sentir lo mismo que siento cuando escucho la Novena Sinfonía de Beethoven.
¿Existe el temor frente a la hoja en blanco?: siempre. Aunque me causa mucho más temor llenar la hoja con intrascendencias.
¿Cuál autor venezolano recomienda leer?: al poeta Carlos Colmenares Gil. Siento un gran afecto por su obra, en especial su “dos mil nueve”, ganadora del Premio Estefanía Mosca que entrega Fundarte. Es un poemario bastante breve pero totalmente íntegro.
¿Cuál es el libro más preciado de su biblioteca?: difícil pregunta. Sin embargo puedo mencionar 2: una primera edición del libro Vagas especies del gran poeta Douglas Bohórquez y la primera edición también de Rasgos Comunes de Juan Sánchez Peláez.
Recuerda con cuál libro se inició en la lectura: sí. Fue El León de Damasco de Emilio Salgari.
¿Cuál fue el libro qué dejó una huella en ud?: Cien años de soledad. Tanto así que cuando termino de leer una novela y me preguntan qué me pareció, suelo tener la mala costumbre de usarla de medidor, algo así como “no tan buena”, “tan buena” o “mejor” que la obra de García Márquez.
Un libro para iniciarse en la lectura: Puente hacia Terabithia, de Katherine Paterson.
Un libro para soñar: Cosmos, de Carl Sagan.
Un libro para no leer: espero no herir susceptibilidades pero ese libro sería Inventario tres, de Mario Benedetti. No me dieron ganas de buscar los otros.
Libro de papel o electrónico: duele decirlo por todo lo que esto representa para la conservación del equilibrio del planeta, pero el de papel. Me cuesta leer a través de una pantalla.
¿Consejos para un principiante en la escritura?: que jamás se rinda. La escritura conlleva y requiere un proceso interminable de aprendizaje que exige mucha constancia.
¿Qué le falta a su obra?: me temo que le hacen falta tantas cosas que a veces dudo tener una realmente. Desde que empecé a escribir me cuesta imaginarme como poeta o escritor. Creo que esa ha sido una constante. Y creo también que eso me sucede debido a la subjetividad de la literatura. Cualquiera que escriba un libro puede llamarse “escritor”, pero de ahí a ser realmente un escritor con todo el peso de la palabra, puede haber un mundo de distancia. Para mí escritores o poetas son nuestros grandes maestros: Yolanda Pantin, Jacqueline Golberg, Miguel Marcotrigiano, Luis Moreno Villamediana, etc. Por eso quizá me cuesta mucho pensar en una “obra” propia y definir lo que tiene o le falta. Tal vez con los años pueda mirar hacia atrás y tener los méritos suficientes y la prudencia necesaria para hablar sobre “mi obra” o para considerarme siquiera un verdadero poeta o escritor. Porque si esos grandes maestros de la palabra que ya he mencionado dicen que aún están en pleno proceso de aprendizaje, ¿qué puede decir uno que apenas se encuentra en pañales.
¿Qué tan biográfica termina siendo su obra?: anteriormente ya había mencionado que algunos de mis libros han sido inspirados o han tenido una base en algunas etapas de mi vida junto a mi esposa. La poesía por lo general, aunque no exclusivamente, suele nutrirse de las vivencias o el recuerdo de estos. El tema del padre, por ejemplo, es una constante en todo lo que escribo. Mi padre siempre ha sido una figura totalizadora. El mundo de la infancia sin él no tendría sentido.
¿Cómo se conecta con el lector?: no suelo pensar jamás en mis posibles lectores. Es más, los que tengo son muy pocos realmente, unos cuantos amigos y otros tantos conocidos. Escribir, considero, es intentar satisfacerte a ti mismo como lector. Un escritor hasta cierto punto podría considerarse como un lector insatisfecho. El lector ideal, si se piensa en ello, no es más que uno mismo, o ¿acaso existe algún otro lector ideal para Borges que no sea el mismo Borges? Por lo tanto, aunque se escuche algo feo, no creo que sea bueno pensar en alguien más diferente a uno a la hora de escribir.
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