Molière, el padre de la comedia francesa, cumple 400 años

Molière, el padre de la comedia francesa, cumple 400 años. Jean-Baptiste Poquelin fue el nombre real del dramaturgo y actor francés conocido en la posteridad como Molière, Parisino, nació en 1622 y falleció en 1673.
Fue un hombre de teatro y toda su existencia luchó contra la crítica, experimentó el fracaso, el éxito, la adulación, los detractores y al final de su vida, perdió la batalla contra la tuberculosis.
Cambió la manera de hacer el teatro en Francia en siglo XVI. Fue polifacético y muy talentoso. Un gran observador de la sociedad, motivo de inspiración.
El escritor, actor y director teatral, considerado el padre de la Comedia Francesa, consiguió “hacer reír a la gente honrada” con una ácida crítica de la sociedad del siglo XVII.
Molière labró una carrera marcada por la crítica feroz y la satirización de la clase alta y la burguesía, con obras como El misántropo, El Burgués gentilhombre o El avaro.
Dedicó sus piezas a la crítica de la clase alta y la burguesía del XVII, además de posicionarse en contra de los valores de la Iglesia, un acto revolucionario para la época que le valió críticas mordaces.
Molière, el padre de la comedia francesa, cumple 400 años
Lo que se sabe de él
Nació en una familia burguesa y bien relacionada con la realeza por el trabajo de tapicero de su padre. Su madre Marie Cresse, falleció cuando tenía 10 años. Estudió con los jesuitas en Clermont y en 1642 se licenció en Derecho por la Universidad de Orleans antes de seguir los pasos de su padre, lo que consiguió ese mismo año con el puesto de tapicero real de Luis XIII.
Desde pequeño, el teatro llamó su atención y Molière decidió dedicarse a él por completo sin querer saber nada del oficio que heredaba ni de la profesión que podría haber desempeñado por sus estudios.
Con el tiempo él también llegó a la realeza por sus obras teatrales, que contaron por igual con el favor real y con la censura, aunque siempre venció la admiración y el aplauso.
En 1643 constituyó, junto a la familia Béjart, el Ilustre Teatro, enamorándose de su directora, Madeleine Béjart. Un año después, en 1644, se convirtió en su director. Los inicios fueron difíciles, acumulando deudas y numerosos fracasos. Tras uno de los fracasos teatrales, Molière fue incluso encarcelado varios días debido a las deudas.
En 1650 Molière volvió a asumir la dirección de la compañía teatral y en los siguientes años escribió sus primeras farsas y comedias: El atolondrado o los contratiempos y El despecho amoroso. En ellas, su talento cómico como actor y escritor empezó a despertar las simpatías del público, y su fama llegó hasta al hermano del rey, Felipe I de Orleans.
Alcanzó el éxito con Las preciosas ridículas, confirmando su reputación y obteniendo el favor del mismísimo rey Luis XIV, ante quien interpretó una tragedia que aburrió y una farsa que divirtió mucho. Así fue como se instaló en el Palacio Real en 1660.
Molière se casó con la hermana de Madeleine Béjart, Armande, por lo que la tradicional sociedad parisina empezó a considerar a Molière un libertino y temieron su nefasta influencia sobre la casa real. Esta situación hizo que comenzara a escribir nuevas obras satíricas y a ridiculizar a través de la comedia y las situaciones absurdas a quienes criticaban su vida y su trabajo. La escuela de las mujeres (1662) fue su primera obra maestra, con la que se ganaría el favor de Luis XIV.
En 1664 el rey lo nombró responsable de las diversiones de la corte y Molière puso en marcha Los placeres de la isla encantada y representó La princesa de Élide. También ese año escribió Tartufo, que denunciaba la hipocresía de la Iglesia. La obra supuso un gran escándalo y fue censurada durante cinco años, aunque se interpretó en algunas representaciones privadas.
Escribió El médico a palos, trató de volver a representar Tartufo con otro título, pero se volvió a prohibir la obra hasta 1669, cuando alcanzó un gran éxito, representó Anfitrión y Georges Dandin, así como El avaro y Los enredos de Scapin.
En su última obra, El enfermo imaginario, sufrió un ataque al corazón durante la cuarta representación y falleció siete días después en su domicilio de París, el 17 de febrero, cuando tenía 51 años.
Con su muerte, sin embargo, no acabaron los enfrentamientos sobre su controvertida figura, ya que la Iglesia, al considerar indigna su profesión de actor y por sus críticas al poder religioso, no permitieron enterrarle en el terreno sagrado que era un cementerio.
Fue la viuda de Molière, Armande, quien le pidió al rey que el dramaturgo pudiera tener un funeral normal por la noche y éste accedió, siendo enterrado en la parte del cementerio reservada a los niños muertos prematuramente y sin bautizar.
Su legado universal
El legado de sus obras, unas 30 desde que comenzó a escribir, continúa de actualidad y son representadas cada año en todo el mundo.
Tras su muerte, Molière pasó a la historia con un nombre con tanto peso como el de Miguel de Cervantes o William Shakespeare. Sin embargo, a diferencia de otros autores que marcaron la historia, Molière no dejó rastro de su obra: ni anotaciones, ni manuscritos, ni un diario. Nada.
La conservadora Valérie Pécresse y otras voces han pedido que los restos del dramaturgo se trasladen al Panteón francés. Algo que el Gobierno de Emmanuel Macron ya ha dicho no pasará, bajo el argumento de que ese emplazamiento solo está destinado a los artistas posteriores a la Ilustración.
Molière confirió profundidad psicológica a sus demagogos, avaros, amantes, hipócritas, cornudos y escaladores sociales. Pese a ser un maestro de la bufonada, logró mantener un tono de patetismo. La interpretación incluía el estudio de las expresiones faciales, los gestos y los chistes.
El gran mérito de Molière consistió en adaptar la Commedia dell’arte a las formas convencionales del teatro francés (para lo que unificó música, danza y texto y privilegió casi siempre los recursos cómicos) y en luchar contra las hipocresías de su tiempo mediante la ironía.
Molière, el padre de la comedia francesa, cumple 400 años
“Todos los vicios, con tal de que estén de moda, pasan por virtudes”.
“Un amante apasionado ama hasta los defectos de la persona a quien ama”.
La hipocresía es el colmo de todas las maldades”.
“La improvisación es la verdadera piedra de toque del ingenio”.
“Se puede ser un buen hombre y hacer malos versos”.
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