Pablo Sanguinetti reflexiona sobre la literatura humana y no humana

Pablo Sanguinetti

Pablo Sanguinetti (Buenos Aires, 1978) escritor de los libros Tramas Invisibles y El Sueño de Teseo: 60 relatos breves,  pone sobre el tapete un tema actual, no exento de polémica.

Libro Pablo Sanguinetti

En su escrito Ensayos de literatura no humana se refiere al poder de la tecnología sobre la creación humana.

El ensayo se enfoca en lo «no humano» como fuerza creativa. Lo no humano es omnipresente. Tenemos en el bolsillo una máquina con la que cultivamos una relación íntima. Sospechamos de forma más o menos vaga que en algún lugar se está desarrollando una inteligencia superior a la nuestra. Según el licenciado en Teoría de la Literatura por la Universidad Complutense de Madrid, el texto vive ahora una revolución tecnológica como antes la música o la pintura.

Los teléfonos celulares, entre otros artefactos tecnológicos, se han convertido en una extensión más de nuestro cuerpo, los algoritmos cada vez saben más de nosotros y las máquinas amenazan nuestro trabajo.

El autor afirma que estamos recuperando una mayor consciencia del entorno natural, porque vemos que ignorarlo ha tenido consecuencias catastróficas. Todo esto sacude nuestro lugar en el mundo y nos obliga a mirar más allá de nuestra especie. En este momento de la historia, lo excepcional sería más bien no interesarse por lo no humano.

Literatura no humana ¿existe?

El trabajo de Sanguinetti se centra en una  nueva estética: cómo puede cambiar nuestra forma de escribir, leer o disfrutar la literatura. “Creo que esa nueva sensibilidad hacia lo no humano es un rasgo central de la cultura de inicios del siglo XXI que atraviesa diversos ámbitos: políticos, económicos, filosóficos y  por supuesto, estéticos, aunque de esto se hable menos”

A su juicio, la  tecnología va a revolucionar también el mundo de la literatura, tanto de la lectura como de la creación literaria. Señala que lo no humano genera tanto temor como confianza. En el mismo periodismo, robots están sustituyendo a redactores. Y los algoritmos cada vez parecen más perfectos en su misión de saber qué somos y qué nos gusta. ¿Nos sustituirán esas «máquinas» o el algoritmo es, al fin y al cabo, el hombre en una mejor versión? Se pregunta el autor.

En materia estética, la aparición de una nueva voz, de una nueva sensibilidad, es un tesoro. Cualquier reflexión sobre la revolución tecnológica y ecológica que vivimos quedará coja si no incorpora esa dimensión estética,  señala el ensayo.

Habla de que la revolución tecnológica que ya transformó la música o la pintura llega al texto. ¿Lo mejora, lo empeora o sólo lo cambia? ¿Por qué el texto se resistió más?

Sanguinetti afirma que puede haber literatura aunque no haya autor, voluntad ni texto. Además, la literatura apenas empieza a reaccionar a la revolución tecnológica.

Las expectativas

Existe una mezcla de miedo y entusiasmo ante lo no humano.” No tenemos muy claro si será una ayuda o una amenaza. En la práctica, sí, imagino que puede haber consecuencias negativas de la tecnología desde un punto de vista económico, laboral, sociológico o biológico”.

Lo que sí se puede afirmar es que la revolución digital es, sobre todo, una revolución textual. Algunos la comparan con lo que implicó la grabación y la electrificación para la música, o la fotografía para la pintura. ¿Murieron esas artes con la aparición de esas tecnologías? ¿O descubrieron más bien nuevos caminos creativos? Lo mismo puede decirse del mundo digital y la literatura.

Lo infantil ¿discurso no humano?

En su ensayo, Pablo Sanguinetti  defiende la belleza literaria del discurso infantil, que solemos entender como limitado, poco desarrollado, hasta primitivo.

Al respecto cuenta una anécdota.” Hace unos diez años trabajaba con un programa que escribía poemas más o menos aleatorios. Al verlos en una revista, mi hermana me llamó sorprendidísima y me dijo que su hija hablaba  así».

“La niña tenía tres años y mi hermana comenzó a grabarla cuando jugaba. Decía cosas como: La golondrina, todos los días, leía las gotas de algún libro que se dormía. Reunimos varias y las incluí en un libro”.

La belleza del discurso infantil no necesita defensa. Es evidente para cualquiera que haya visto jugar a un niño o que haya conversado con él. ¿Qué tiene que ver todo esto con lo no humano? Que los niños vienen de ahí. Viven aún en un mundo en el que los animales hablan y las cosas están animadas. Su lenguaje nace impregnado de estética no humana, o eso me gusta imaginar.

Más reflexiones

“Al hablar de tecnología y literatura, la gente (y la prensa) piensa automáticamente en un robot que escribe novelas como un ser humano y luego incluso mejor. ¿Existe esto? ¿Existirá? No lo sé, pero cuando ocurra, a mí dejará de interesarme. Será un hito tecnológico fascinante, pero más bien irrelevante a nivel estético. Lo que me interesa de la tecnología es que ha abierto ya un nuevo espacio de la realidad con normas propias que pueden influir en nuestra forma de leer y escribir”.

¿Qué normas? Pienso en la tendencia algorítmica y aleatoria del texto digital. Pienso en la idea de «red», donde la identidad se difumina. Pienso en las posibilidades inéditas que tenemos ahora para procesar texto, en cómo convierten el lenguaje en un material físico y «moldeable». Pienso en nuevas formas de organización temporal que surgen del modo en que navegamos por internet. Pienso en el nuevo prestigio de lo analógico, etc. Todo eso conlleva una revolución de fondo en la literatura.

En un sentido tradicional el  ser humano se caracteriza por su pensamiento, en su mente se produce un diálogo constante entre varios extraños e indefinidos personajes. La literatura es la forma de manifestar  el  mundo interior, de darle forma a través de la palabra. La palabra Logos (que en griego expresa ideas como pensamiento, palabra, acción) define la posibilidad de hacer objetivo lo que es subjetivo e indefinido. La literatura es el arte que representa al Logos por excelencia, el Logos en su manifestación humana propiamente dicha.

Lo “no humano” todavía debería ser objeto de estudio.  Surge una interrogante,  ¿Es posible que el hombre de la espalda a lo «no humano», en un momento además en el que la naturaleza nos preocupa especialmente?

Patricia Chung

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