Por qué hay que leer a Eugenio Montejo

Escritores, lectores y libreros comparten con QUÉ LEER ¿por qué hay que leer a Eugenio Montejo:
María Antonieta Flores: «La poesía de Montejo es una poesía que conmueve»
Leer un poema de Montejo es acercarse a la claridad del agua, a un idioma vivo, exigente. Es una poesía que conmueve. En estos tiempos, el lector necesita ser con-movido, pues la desconexión, la banalidad y la superficialidad lo devoran. Si una atmósfera define su escritura, es el amanecer y por lo tanto nos ofrece esperanza. En su poesía está la palabra de alguien que siempre se está despidiendo de la vida con serenidad. Y esa despedida constante de la vida, es un asidero para un lector, un ciudadano, que ha aprendido mucho la cercanía de la muerte, la inseguridad, la fragilidad que sin razón y con violencia marcan nuestros días. En un país tan necesitado de reconstruir el sentido de la paz y del respeto del discurso y el de la palabra, la poesía de Montejo es compañía necesaria.
Alexis Romero: «La obra de Montejo es una inevitable obligación»
La obra de Eugenio Montejo es una de las inevitables obligaciones espirituales y verbales de quien aspire a comprender y ejercer un modo de vida universal. Es una lección sobre por qué el único, verdadero y profundo paisaje es todo aquello que gotea antiguo y silencioso de la conversación del espíritu y el tiempo. De Marina Tsvietáieva, nos dejó una ley bondadosa: Ser contemporáneos, no actuales: atender la memoria, no las modas. Oír legados, no ruidos. Acatar la Trinidad de la Belleza de la Realidad: un plan, un sentimiento, una tradición. Que nos hiciéramos del hábito de sentir las tensiones públicas y privadas de nuestro país. Así la lengua se colmaría de historia y realidad: la placenta del sentimiento. Así comprenderíamos por qué «La lengua es la verdadera piel del hombre».
Luis Belmonte: «‘Terredad’ nos haría mejores ciudadanos»
Si me preguntaran por qué habría que leer a Eugenio Montejo, yo diría que hay que seguir leyéndolo porque su poesía transmite la dicha de una secreta complicidad con el mundo, celebración de lo más fraterno entre los hombres y las cosas. Porque registra el grito de los gallos, y el Gallo es un símbolo profundo del amanecer, de la esperanza. Porque se trata de una poesía cívica, pues establece un vínculo solidario con los trasuntos de la vida urbana. Leer atentamente Terredad podría hacernos mejores ciudadanos, quizás por la vía del reconocimiento de una mutua cortesía. Porque con su serena caligrafía (¿y su ternura?) la poesía de Eugenio Montejo nos ayuda a descifrar el alfabeto del mundo para confirmar, entre esos signos, nuestra propia terredad.
Igor Barreto: «Sus poemas son como dispositivos musicales»
Es un poeta clásico Montejo, y esto prematuramente. Ya ha comenzado a ser releído y dichos repasos de la crítica arrojan nuevos ángulos y aristas. En fin la construcción de un universo que lleva su nombre. Para mí sus poemas son como dispositivos musicales, hay siempre un verso inicial inolvidable: «¿Qué puede una mesa sola/ contra la redondez de la tierra?»; y un final que concluye un desarrollo melódico intenso y breve. También podemos agregar la claridad de una escritura que nos sujeta con la unidad castellana, sin las fronteras del nacionalismo de mala catadura del atornillado y vulgar emperador. Sus poemas detonan una interlocución inmediata con el lector, su imaginario nos programa con astucia, atrapando nuestros sentidos amorosamente. Pero siempre con gran comedimiento: termino y mesura.
Miguel Marcotrigiano: «Sus poesía amorosa es de lo mejor»
Una de las aventuras más riesgosas que puede asumir un poeta es la escritura de poemas de amor. El mismo Montejo se refierió en alguna oportunidad acerca del peligro que entrañaba esta empresa. El tema amoroso siempre está al alcance de la mano, pero de igual forma los desnucaderos que implican los lugares comunes y las frases fáciles que acuden a nuestra mente, de manera inevitable, cuando abordamos tan manida temática. En la obra de Montejo conseguimos de lo mejor que en poesía venezolana se ha escrito en estas lides.Papiros amorosos, recoge una excelente muestra de lo que acá se afirma. Esto, apenas, es una de las tantas razones por las que, cuando de poesía se trata, no podemos soslayar la lectura de su obra.
Ruth Hernández: «Eugenio es el paisaje mismo»
Leer a Eugenio el que duerme, que no duerme, leerlo escuchando bachianas o fados. Leer El taller blanco en cada taller de poesía, despedirnos con él del siglo XX y atravesar la puerta del XXI de la mano de un esclavo habitado por palabras. Leer a Eugenio y abrazar cada árbol cuando nos hablan de comunicación de masas y globalización. Leerlo y comprender esa exactitud de la que nos habla Calvino, la exactitud de quien escribe con un amigo al lado, un diccionario. La partida de Eugenio eclipsó la poesía venezolana. Pero los eclipses no duran mucho. En cualquier rincón salta un heterónimo que sueña con escribir con el rumor del viento, dejándote saber que lo más importante de Eugenio se quedó con nosotros. Eugenio es el paisaje mismo, en él nos unimos, a nuestra tierra, a la poesía, al poeta.
0 Comentarios