Reseña de «Los blancos estáis locos» de Luis Melgar

«Los blancos estáis locos», el libro de Luis Melgar (Madrid, 1980), es autobiográfico, original y muy descriptivo. Uno ni se imagina cómo es la vida de un diplomático en Guinea Ecuatorial, empezando por desconocer dónde queda esa nación y por qué está tan ligada a España en cuanto a su idioma y cultura. Resulta que las relaciones entre ambos países vienen dadas por la pertenencia de Guinea Ecuatorial al Imperio Español entre 1778 y 1968. Territorialmente están en distintos continentes pero tienen un pasado histórico común.
El libro presenta una secuencia prácticamente cronológica de los tres años que duró la experiencia de Luis como diplomático. En agosto de 2013, fue asignado a la segunda jefatura de la Embajada de España en Guinea Ecuatorial. Desde el momento su llegada a esa nación con su esposo Pablo, generó curiosidad, al menos así lo manifestó Yolanda, la empleada doméstica, quien creyó que eran hermanitos.
Yolanda, la joven bubi que se encarga de su casa, es la verdadera protagonista de este relato. Conocer episodios de su vida en paralelo a los de Luis y Pablo es realmente grato y divertido. Sus ocurrencias, su manera de ser, su superstición arraigada, la forma de vivir las relaciones amorosas, su experiencia como madre e inclusive con las vecinas chismosas, son relatos con una autenticidad, originalidad y franqueza a toda prueba. Llama la atención la forma en que castigaba a su hija Alexía.
-Ha traído las notas y ha suspendido todas las asignaturas. Yo creo que anda con un novio y eso no puede ser porque aún es niña, así que la he castigado y le he puesto picante en el ojo y en el culo. Pablo y yo nos quedamos sin palabras”. p.141.
La llegada de Luis a su nueva residencia representó una tarea titánica, la mudanza es descrita con todo lujo de detalles. “A las seis y media en punto dejó por fin de llover. Los chicos habían acabado de meter las cosas en casa, se declararon en huelga y se fueron a su casa, dejándonos a Pablo y a mí con un auténtico barrizal y las 297 cajas sin abrir” p.75
Luis es un diplomático acucioso, y muy profesional. Hace al lector partícipe de una experiencia única. A pesar de tener un idioma común, hay muchas costumbres y prácticas que son opuestas entre españoles y guineanos. Por ejemplo, el tema de la comida. Yolanda le cuenta que encontraron una serpiente y la mataron para comérsela en una barbacoa. “Me quedé sin palabras ante esta primera introducción a la gastronomía guineana, que como supe más tarde, incluye muchas otras delicias como el antílope, el cocodrilo, la rata de bosque, el pangolín o el mono. Al final he acabado probándolo todo, menos el mono. Canibalismo no, gracias”. p.43
Otra práctica que llama la atención es la poligamia, una costumbre fang en Nueva Guinea. Ante la curiosidad, la respuesta que le dio Santy a Luis, más descriptiva, no pudo ser. “-¿A ti te gusta el arroz? ¿Sí? ¨Pero ¿podrías tomar arroz todos los días de tu vida, para comer y para cenar? No. ¿verdad? Pues por eso un hombre africano necesita muchas mujeres, porque no puede comer lo mismo todos los días. p.114
Las ocurrencias de Yolanda son divertidas. Luis y Pablo solían traerle regalos de España. Ella, siempre agradecida, se ponía la ropa nueva, pero tenía un método muy particular para hacer morir a sus vecinas de envidia. Y Luis se dio cuenta.
“Eso sí, no había quitado la etiqueta en ninguna de las prendas. ¿Sería que pensaba venderlo después de usarlo un par de veces? Decidí salir de dudas.
-¿Venderlo? ¡Ni loca! Es para que la gente vea que es ropa de España”. p.145
Durante el relato de Luis Melgar llama la atención el tema de la superstición recurrente en la vida de los habitantes de Nueva Guinea, desde la existencia de zombis, hasta las prácticas de bujería a las que se asocian, suicidios o accidentes. “Lo cierto es que los restos cadavéricos humanos tienen su inmenso valor en la cultura fang. Existe la creencia de que ciertas partes del cuerpo humano acumulan poderes mágicos relacionados con su función, y que estos poderes pueden transmitirse a personas a través de distintas vías”. p. 156
El relato nos presenta una rica descripción de tradiciones, lugares y celebraciones, todas aderezadas con la subjetividad y esa visión española del diplomático que trabaja mucho pero a veces las circunstancias que debe enfrentar, están más allá de su comprensión. El libro nos va explicando el modo de ser del guineano, con sus defectos y virtudes, en una tierra mágica que tiene innumerables y hermosos paisajes, pero lo más importante, siempre será, la autenticidad de su gente.
Luis conoce muchas personas, su actividad consular, la disfruta al máximo. Su casa en el compound, palabra usada en el lenguaje diplomático internacional para referirse a una urbanización donde viven los funcionarios en países donde hay riesgos de seguridad, es constantemente visitada por funcionarios consulares que hacen vida en Nueva Guinea, así como por amigos y familiares que vienen desde España con frecuencia atraídos por la amistad y el deseo de conocer ese país.
Su activa vida social se refleja en innumerables recepciones y actos oficiales que ocurrían en su casa. “El día que no teníamos a los americanos venían los franceses, si no, los alemanes, o la ministra de Cultura, o un grupo de empresarios, o el equipo de la Embajada”. p.222
Otro personaje que se suma a este relato es la mascota Churchill, un simpático cachorro que le encanta volar, y además es racista, si se acerca un negro, gruñe y ladra.
Durante su estancia en Malabo, capital de Guinea Ecuatorial, frecuentemente estuvieron en riesgo de enfermarse de malaria. “La malaria guineana tiene una ventaja y una desventaja-me explicó Jaime, muy serio-, La ventaja es que si la tratas a tiempo, se cura por completo…. La desventaja es que si no recibes tratamiento, en tres días te mueres”. p 78
El último acto que organizó Luis en Guinea ecuatorial fue la I Semana de Expresión Cultural LGBT. Él detalla paso a paso como se realizó tan complicado evento, que enfrentó algunos resquemores al comienzo, pero luego fue fluyendo gracias a apoyos importantes que le dieron a la iniciativa una trascendencia única. Rompieron esquemas y dejaron huella.
El libro tiene episodios de un surrealismo increíble y como el mismo autor lo explica: En Guinea lo fácil es difícil y lo imposible se consigue sin pestañear. Habría que esperar ahora las experiencias de Luis Melgar en Venezuela, ya que se encuentra trabajando en la Embajada de España actualmente. Y ya ha asomado por ahí que Venezuela da para una saga.
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