Reseña de «Una librería en Berlín» de Francoise Frenkel

Francoise Frenkel nació el 14 de julio de 1889 en Polonia. Su nombre real fue Frymeta Idesa Frenkel. Este libro, el único que escribió, es un testimonio valioso de heroísmo, solidaridad y constancia a pesar de las más adversas circunstancias.
Su origen judío no es importante en un comienzo pero con el recrudecimiento de la Segunda Guerra Mundial, se convierte en un delito que torna su vida en una auténtica pesadilla.
Francoise siempre amó los libros, desde pequeña tuvo la más hermosa biblioteca con ejemplares que forraba con telas de colores. Tuvo una infancia y una juventud felices. En 1921, su pasión por los libros la llevó a los 32 años a abrir una librería en Berlín, “La Maison du Livre”. Su vocación como librera hizo que ese negocio fuera próspero, el único en su tipo ya que solo se vendían libros en francés, también periódicos y revistas. Una intensa actividad cultural se desarrollaba, había tertulias y conversatorios.
El capítulo I trata sobre ese episodio feliz y hermoso de realización personal, de empoderamiento femenino. Lastimosamente, según lo refleja el testimonio autobiográfico, las condiciones socio políticas empeoraron con el avance de las tropas nazi y las amenazas a la libertad de expresión y a su origen judío se recrudecieron. Las acciones se tornaron violentas.
Los siguientes capítulos del libro se basan en el periplo obligado que tuvo que vivir Francoise por diferentes ciudades de Francia, sorteando peligros asociados a la Ocupación. Es realmente angustiante el deseo de ella de encontrarse con su madre y familiares en Polonia. Un deseo que se convierte en un leiv motiv pero que tristemente no sabemos qué ocurrió después.
En algunos datos biográficos se afirma que ella junto a su esposo Simon Raichenstein fundan la librería en 1921, pero ese hombre tuvo un triste final en el terrible campo de concentración de Auschwitz, centro de exterminio de la Alemania nazi situado en los territorios polacos ocupados durante la Segunda Guerra Mundial. Simon fallece en 1942.
Pareciera que la escritora tuvo un bloqueo mental sobre ese sensible tema porque nunca menciona a Simon en el libro. Suponemos que ella solo se enteró de su terrible destino cuando pudo ponerse a salvo.
Francoise tuvo que abandonar su librería, dejar su sueño, para huir a Paris, luego ante la inminencia del ataque, se movió a ciudades como Aviñón, Vichy, Niza, Grenoble, Annecy, Saint-Julien. Ella conoció gente de corazón noble como los esposos Marius quienes la ayudaron hasta el final, no solo escondiéndola en su peluquería, sino proveyéndole contactos y recursos para que su huida fuera segura. También conoció franceses ambiciosos que la ocultaron solo por el pago con comida.
El objetivo de Francoise era huir hacia Suiza. Recordemos que tanto en la Primera como la Segunda Guerra Mundial, Suiza logró mantener su política de neutralidad perpetua en ambos conflictos armados y no participó militarmente. Y por su condición de país neutral, fue de gran interés para todas las partes implicadas, como la escena de diplomacia, espionaje, comercio, y como un lugar seguro para los refugiados. La neutral Suiza se convirtió en un refugio para muchos políticos, artistas, pacifistas, y pensadores.
Francoise será testigo de las historias más atroces, en su pluma narrativa nos da un panorama fiel del drama de la guerra, con sus colas, mercado negro, cartilla de racionamiento, burocracia, autoritarismo, represión, muerte y es precisamente por lo que nos cuenta, a veces como testigo y también como protagonista, el valor que tiene su obra. Además de ser un recordatorio permanente de lo que la guerra significa para la humanidad.
Al final del libro y como dato particular, en el índice dividido por capítulos en números romanos, hay en cada uno, los nombres de palabras o hechos clave de cada capítulo.
El libro tiene un Dosier que muestra fotografías y documentos que aportan valor a esta historia. Podemos ver cuál es el aspecto de la librería de Berlín, la portada del libro en la edición original de 1945, una dedicatoria de la autora firmada en Niza, por la que se deduce que ella regresó a esa ciudad al finalizar la guerra. También se aprecian los papeles de reclamo de un baúl que le habían decomisado con sus pertenencias y la indemnización que recibió de 3.500 marcos en 1960.
Este manuscrito reproduce la edición original de 1945 y la traducción es de Adolfo García Ortega.
El prólogo de Patrick Modiano plantea interrogantes certeras sobre cómo sería físicamente Francoise y cómo sería su vida al término de la guerra hasta el fin de su existencia en 1975. Dice Modiano que prefiere no saberlo, la historia es como la carta de una desconocida que te habla desde la penumbra.
El tramo final de la huida de Francoise hacia Suiza es angustiante para el lector. En medio de su soledad, sin pertenencias materiales, caminando con unos zapatos que le hacen daño a sus pies y aguantando frío, es una mujer con mucha fortaleza. Se somete a un pasador, aquel sujeto que no le dio buena espina y que falló al intentar hacer pasar a un grupo de judíos, incluyendo a Francoise.
Francoise cae presa en un centro de detención en Annecy, aunque su ánimo muchas veces decayó y la tristeza y desesperanza la invadieron, jamás dejó de tener claro su norte de poder huir del horror. Sus plegarias son escuchadas y gracias a sus solidarias amistades francesas y suizas, finalmente puede llegar a territorio suizo. Con la ropa rota, en un mar de lágrimas pero con la alegría de saberse a salvo. “Saboreé ese líquido amargo y aquellas lágrimas me aligeraron un peso aplastante”.
2 Comments
https://libreriallerapacios.com
28/05/2018 atEs uno de esos libro que como librera tengo pendiente leer. Cualquier libro con librería en el título me llama la atención. 😀 Saludos.
queleerblog
28/05/2018 atEs maravilloso! Nos cuentas cuando lo leas 🙂 Saludos