Reseña de “Volver a cuándo”, de María Elena Morán

María Elena Morán (Maracaibo, 1985) es una escritora y guionista venezolana, radicada en Brasil. Con Volver a cuándo (2023), su segundo libro, obtuvo el Premio Café Gijón 2022. La obra fue editada por Siruela Nuevos Tiempos.
Su novela, que parte de aspectos autobiográficos, refleja el drama de una familia afectada por la radicalización de los conflictos tras la muerte de Hugo Chávez, todos ellos sobrevivientes de los ideales y las esperanzas en medio de la dura situación socioeconómica que atraviesa Venezuela en 2018.
La habilidad de la escritora está en haber podido contar una historia compleja con mucho de realidad, desde el punto de vista íntimo de cada uno de sus protagonistas. Con un excelente dominio de los tiempos, la estructura del relato se distribuye en distintas voces narrativas.
¿Cuántos decibeles ha perdido Maracaibo? Tanto que te molestaban los gritos y el tránsito desesperado, Raúl. Ahora el único escándalo son los escombros y vos no estáis para disfrutar conmigo este silencio, alivio amargo, que nos restó”. (pág.24-25)
El predominio del drama de la mujer en tres generaciones, el impacto de la crisis y el deterioro de las condiciones de vida dan sustento al relato.
Nina es chavista y por la deprimente situación en que vive en Maracaibo, estado Zulia, decide irse a Brasil en 2019 y dejar a su hija adolescente Elisa, bajo el cuidado de la abuela Graciela. Ella ha prometido enviar dinero con regularidad. Esto no se cumple y abuela y nieta, apenas tienen para comer.
Aquí donde nos veis, Raúl, ya tenemos más de veinticuatro horas sin luz y este animal insólito llamado Maracaibo parece que va a explotar en cualquier momento. Somos más de dos millones de humanos rasguñando toneladas de basura literal y metafórica en estas calles donde hasta las bolsas plásticas se las están robando para reutilizarlas. Si no te hubieras muerto antes, Raúl, seguro te morías ahora. De pura indignación. Tratan a esta ciudad como si fuera el culo del país”. (pág.62-63)
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Los personajes femeninos están muy bien delineados. Nina se ha divorciado de Camilo, quien ha abandonado a su hija por completo. La joven sufre un doble abandono, el del padre y ahora, el de la madre.
La idea de que el abandono de Camilo era culpa de Nina inunda a Elisa con la intensidad desbordante y veloz de los despechos infanto-juveniles”. (pág.39)
Tuvo que asumir que este viaje no era de aventura sino de desespero, aunque una cosa llevara a la otra, y que había en Venezuela una hija que casi no le hablaba desde que ella metió la primera franelita en la mochila, y una madre que quería irse del país, pero, para hacerlo, tendría que llevarse su casa, sus muertos y sus fantasmas consigo y, siendo pobre y escéptica, Nina no tenía cómo resolverle el capricho”. (pág.29)
Los personajes tienen un perfil psicológico definido y con credibilidad.
Desde que su padre murió, a su madre como que se le había olvidado qué era eso de ser madre, qué era ser abuela, como si de pronto nomás supiera ser viuda, y eso Nina lo entendía a la perfección, aun sin decir nada, porque sin su padre ella solo sabía ser huérfana…” (pág.18)
Morán hace uso del formato ficcional para combinar verosimilitud con calidad estética. De forma inteligente nos sitúa en la dimensión humana de la crisis venezolana.
Las santamarías cerradas de tantos comercios pasan por la ventana como una película de posguerra, el viento caliente arrastra polvaredas antiguas y burlonas, óxidos, hollines, basuras. La universidad es lo que más me duele ver. Un despojo lleno de monte seco donde ya nadie abarrota mi oficina con dramas administrativos…” (pág.24)
La escritora nos refiere a una familia de clase media que creía en la revolución como salvadora del país. Sin embargo, con el pasar de los años, su decepción es enorme, están sumidos en la desgracia, con una moneda devaluada, un deficiente sistema eléctrico y una carestía total de alimentos y bienes básicos.
Nina toma la decisión de emigrar cuando se da cuenta de que a su hija de doce años se le caen los pantalones producto de la desnutrición.
Tu pantalón, se te está cayendo. Ah, sí. Estoy más flaquita, más atlética, más elegante, dijo Elisa modelando, forzando un buen humor, como si esos kilos perdidos fueran motivo de celebración y no, no había nada que celebrar, y no, no era la elástica, que estaba nuevecita, era pérdida de peso donde debía haber aumento, era un cuerpo de doce años que necesitaba buena alimentación, con carne y huevo y frutas y merienditas y todo el Toddy que quisiera…” (pág.130)
Nina no tiene el arquetipo de la madre abnegada.
Elisa se pregunta quién es esa Nina que pasea por el sur de Brasil, que atiende turistas y aprende otro idioma trabajando en un hostal, como si fuera una joven estudiante que descubre el mundo. Las mamás no hacen eso. Menos todavía su mamá. Las mamás pueden ser todo lo aventureras que quieran, pero no pueden dejar a sus hijos atrás y comenzar de cero”. (pág.73)
Esta madre migrante enfrentará episodios de racismo y violencia, por su desconocimiento del idioma portugués, lo que se suma a la escasez de trabajo, de techo, y hasta de un lugar privado para atender sus necesidades íntimas.
Volver a cuándo presenta a Camilo quien ha disfrutado de las mieles de la revolución y de su familia que vive en Houston, Estados Unidos.
Camilo reaparecerá en la vida de Elisa, y ya no será un padre ausente. Su idea es recuperar a su familia, al precio que sea. Y para ello le hace una propuesta a su hija.
Él siempre trae algo y nos salva la cena. Y en estos días en que Nina se está haciendo la loca y no termina de mandar la plata, es él quien me saca de apuros. En dólares y todo. La pobre Elisa ya no debía recordar a qué sabía un chocolatico o unas Ruffles. En estos días trajo pizza y el sábado se lució con unas hamburguesas de El Gordo”. (pág.62)
La novela también refleja la dura vida de los migrantes venezolanos en Brasil que sufren vejaciones solo para poder ahorrar algo de dinero para sus familias. Nina, hija de profesor universitario y de una secretaria, es una activista política, que deberá limpiar cuartos de hotel y casas.
Graciela sufre de depresión y va envejeciendo a pasos agigantados, solo comunicándose con su difunto esposo Raúl.
El día que vos te moriste, Raúl, lo único que yo sentí fue rabia de esa mentira que me rodeaba. Mis manos rezando encima de tu ataúd eran como una fotografía de mis manos rezando encima de tu ataúd”. (pág.23)
Te escucho llamándome, Chelita, Chelita, respondiendo ¡La lucha sigue! siempre que alguien dice ¡Chávez vive! en VTV. Pero no, Chávez no vive y, vos, Raúl, no te decidís a visitarme. ¿Por dónde andáis? ¿Desde dónde estáis viendo morir el Proceso? Dice Nina que tu muerte es la confirmación de la muerte de la Revolución. Pero claro que no, vos tuviste la suerte de morir un poco antes que ella. (pág.25)
La “ausencia” de la abuela hace que Elisa deba madurar mucho más rápido y hacerse cargo de su cuidado.
La escritora logra un relato contundente con unos personajes sólidos que impactarán al lector. Morán le da vida y sentido al caos. Con su estilo, identifica el pulso de la tragedia.
El lector apenas podrá parar de leer Volver a cuándo. La prosa es avasallante, viaja a la velocidad del pensamiento. Las ideas fluyen como balas de una ametralladora. La escritora escribe párrafos largos, conectando ideas con comas y punto y seguido.
Volver a cuándo refleja la frustración de los que se quedaron en Venezuela y de los que decidieron irse.
Morán ha intentado hacer una propuesta caleidoscópica, en la que existe un conflicto principal y muchas formas de relacionarse con ese conflicto. Un relato polifónico.
Se plantea un concepto llamado Patria portátil que la autora define como “un espacio mental y emocional en que uno continúa habitando. Esa patria portátil pasa completamente por mis afectos, por esas relaciones que continúan, que se han tenido que diversificar, amoldarse a las nuevas posibilidades de comunicación y de estar juntos, pero que continúan”.
María Elena Morán ha escrito un libro honesto sobre Venezuela y sobre la condición humana. Su alcance ha traspasado fronteras.
Volver a cuándo es una historia de desarraigos muy venezolana y con mucha vigencia en la actualidad. La ficción de la diáspora literaria venezolana sirve de ayuda para comprender la complejidad de los procesos históricos.
…y cómo dolía y cómo explotaba en los pies esa bomba que era haber gastado aliento para inflar tantos muñecos dentro y fuera de casa, y haber guardado tantos silencios en nombre de un entender el momento histórico atrás de otro entender el momento histórico, sin preguntarse qué era exactamente un puto momento histórico y quién decidía qué era histórico y qué no, quién decidía dónde terminaba la historia de un país y empezaba la de una familia…” (pág.134)
En su Venezuela, parece que toda mala noticia es o será cierta, es solo cuestión de tiempo”. (pág.74)
Volver a cuándo
Editorial: Siruela
Colección: Narrativa
Número de páginas: 182
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María Elena Morán
Nací en Maracaibo, Venezuela, en 1985. Soy hija de Rodolfo y Marisela, hermana de Oriana y compañera de Rafa. Intenté el periodismo y la antropología en Venezuela, pero terminé huyendo para Cuba, donde estudié guion, en la EICTV.
En 2012 vine a parar en Brasil por una historia de amor y solo aquí tuve la valentía de escribir literatura, aunque fuera un hambre antigua. Magister y Doctora en Escritura Creativa en la PUCRS, hoy vivo en São Paulo y hago acrobacias entre el cine y las letras.
Diez preguntas para María Elena Morán, Premio Café Gijón de Novela 2022
Patricia Chung
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