Reseña de «Yagrumo», de Felipe Ezeiza

En el vasto panorama de la literatura, a veces emerge un talento que nos envuelve en un universo de palabras y emociones. Felipe Ezeiza (Los Teques, Venezuela, 1999), nos presenta su tercer libro llamado Yagrumo, publicado por Ediciones Palíndromus.
Ezeiza, ganador del II Premio Internacional de Poesía Bruno Corona Petit y primer lugar del 8° Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas, nos muestra este poemario que es una exploración lírica en cuatro actos: «Mirantes», «La duna celeste», «Maestros de la sequía» y «Yagrumo», cada uno con su propia identidad y profundidad, que nos sumerge en un viaje emocional y reflexivo.
En Yagrumo, el poeta nos invita a recorrer los senderos de la introspección, la mirada, el amor, la naturaleza y el tiempo, explorando la riqueza de cada uno de estos elementos con talento y sensibilidad.
El proceso del autor es, principalmente, visual. Él distingue el trabajo del ojo de las conclusiones de la mente, deteniéndose antes de traducir la vista en imagen:
“Hemos intentado doblegar el instinto
guardarlo en una sombra
mientras los imperios íntimos se desmoronan
el bucare en secreto florece
le van creciendo plumas pétalos y escamas”.
(pág. 55)
La mirada es un elemento poderoso y enigmático, en “Mirantes” se centra en la atención que debemos poner a lo que nos rodea.
“No hay que apartar la mirada
La pura respiración es suficiente
miles de cuerpo van levitando
no hay nada entre la piel y los huesos
no pasa nada al final de la frustración
pero algo florece
Hay que tener los ojos abiertos”
(pág. 19)
En el poema “Luces del bosque ocre”, del capítulo “La duna celeste”, descubrimos la belleza del pájaro que instantáneamente se convierte en una palabra que queda registrada en el poema y tanto el recuerdo como la belleza permanecen inmortalizados.
“A mí me heredaron
palabras de páramo y trazos de pájaro
me dieron muchísimo
ternura y colmillos”.
(pág. 18)
Felipe Ezeiza saborea el movimiento de renunciar a algo, tratando el acto de tal entrega no como una pérdida, sino como un estado de ingravidez enunciado en el vuelo.
“espejados
quejosos de la tierra que los carcome
demorando la sanación en un resplandor
para ascender a través de la piel y hacerse vuelo”.
(pág. 26)
El tiempo en los poemas es como marcas de reloj. A medida que varios de estos se acumulan en la mente del lector, una extraña clase de recuerdo comienza a cristalizar. Los poemas describen diversas experiencias sensoriales y, a su vez, parecen dejar caer una pista sobre lo que se siente al leerlos.
“seguir la estrella que dando bocanadas
sabe que su tiempo está terminando y se entristece”.
(pág. 36)
Decir la verdad fortalece el yo, y un hechizo de palabras genera una sensación de calma. El poema final “es el río de Dios que desemboca en la extinción” (pág. 88). Esta autoaceptación se realiza plenamente en las últimas líneas del libro:
“ella
regresa al reino de su especie
es una sobreviviente”.
(pág. 88)
La naturaleza es un hilo que teje los poemas de Yagrumo. Él arbol, que tiene el título del libro y dos de sus poemas, representa un símbolo de vida, crecimiento y renovación. Así como, de estabilidad y resistencia.
Hay sonidos dentro de los árboles
su forma de susurrar
hace que sus troncos parezcan
las patas de las garzas
dejando un rastro de plumas
a la desnudez del vuelo.
(pág. 24)
El yagrumo tiene una singular forma. Un tronco erguido y unas ramas que se despliegan a una considerable altura sobre el suelo, adornadas con hojas amplias. Las flores son grandes y vistosas, de color blanco o amarillo y forma parte importante de la flora venezolana.
El yagrumo poético inclinándose a la luz: crece, se alza y se eleva, y en su sombra de palabras, la poesía se renueva.
Un yagrumo
si tiembla
ha de ser amarillo”.
(pág. 80).
Esta edición cuenta con la portada y los collages de Jhensy Lucena Castillo. Imágenes que acompañan a los poemas en un paseo por la sensibilidad, donde el lector se encuentra con paisajes deslumbrantes, momentos de profunda introspección y la magia de la palabra.
Yagrumo invita a contemplar la vida desde diferentes ángulos y a encontrar la poesía en los detalles cotidianos. Con un estilo cautivador, este poemario es un regalo para quienes buscan conexión con las emociones y la naturaleza. El placer de una lectura atenta de esta obra puede liberar su energía misteriosa.
Yagrumo, de Felipe Ezeiza lo puedes comprar en:
Yagrumo
Editorial: Ediciones Palíndromus
Número de páginas: 92
Fecha de publicación: 2023
Felipe Ezeiza (Los Teques, Venezuela, 1999). Integrante del grupo Habitantes de la Calima. Ha diseñado y aplicado talleres de escritura creativa para niños y adolescentes, además de talleres enfocados en la construcción de bestiarios, y haiku. Mención publicación en el 6to y 7mo concurso nacional de poesía joven Rafael Cadenas, y ganador en su 8va edición. Ganador del 6to concurso de poesía Descubriendo Poetas. Ganador del 5to concurso nacional de poesía joven Hugo Fernández Oviol. Mención honorifica en la primera edición del Premio internacional de poesía Bruno Corona Petit, y ganador en su segunda edición. Ha publicado: Osario (Ediciones Petalurgia, 2022), Bestiario del viento (Buscadores de libros, 2022), Yagrumo (Ediciones Palíndromus, 2023).
Pueden seguir su trabajo en su instagram: @fray_bucare
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