Reseña «El infinito en un junco» de Irene Vallejo

Reseña “El infinito en un junco” de Irene Vallejo

De entrada me cautivó la imagen de esos personajes a caballo en los que Ptolomeo III confiaba una misión secreta tan importante como era la de conseguir libros para la Biblioteca de Alejandría. Allí comienza la aventura de leer a Irene Vallejo.

Perseguía el sueño de una biblioteca absoluta y perfecta, la colección donde reuniría todas las obras de todos los autores desde el principio de los tiempos. (pág.8)

La estafa, por supuesto, formaba parte del repertorio de cosas que estaban dispuestos a hacer para conseguir sus objetivos. Ptolomeo III ansiaba las versiones oficiales de las obras de Esquilo, Sófocles y Eurípides conservadas en el archivo de Atenas desde su estreno en los festivales teatrales. (pág.9)

El infinito en un junco (2019) refleja el amor por la literatura, en especial por los libros vistos como una mercancía valiosa, un botín de guerra o como peligrosas armas desestabilizadoras de una nación.  Irene Vallejo es una narradora que nos lleva de la mano por episodios sorprendentes de la historia clásica pero sin perder la actualidad a la que también hace constantes referencias.

Cercana en su narrativa y confiable, porque se evidencia su minucioso trabajo como investigadora y además, cada dato de los que aporta fue corroborado en los libros y documentos que consultó. La literatura trata de contarnos historias y hacernos vivir realidades, y allí es donde Irene muestra su fortaleza como escritora. Paseamos de su mano por Alejandría, Roma, Atenas, Sarajevo, Florencia,  Nueva York, Londres, Cartago, en Túnez,  Timgad, en Argelia, etc.

La Bibliografía final abundante y precisa es solo la confirmación de toda la rigurosidad  que Irene empleó en su investigación.

Leer este ensayo nos habla del origen de los bibliotecarios, esos personajes que guardaban y clasificaban celosamente los libros. Demetrio de Falero fue el primero en ejercer este oficio, «Ya hay más de veinte decenas de millares, oh Rey; y me afano para completar en breve lo que falta para los quinientos mil». El hambre de libros desatada en Alejandría empezaba a convertirse en un brote de locura apasionada. (pág.10)

El regalo de Marco Antonio para Cleopatra  fueron doscientos mil volúmenes para la Gran Biblioteca. “En Alejandría, los libros eran combustible para las pasiones”. (pág.16)

Los libros unieron fronteras y ese fue el sueño de Alejandro Magno. “La Biblioteca de Alejandría, variada y completísima, abarcaba libros sobre todos los temas, escritos en todos los rincones de la geografía conocida. Sus puertas estaban abiertas a todas las personas ávidas de saber, a los estudiosos de cualquier nacionalidad y a todo aquel que tuviera aspiraciones literarias probadas. Fue la primera biblioteca de su especie y la que más cerca estuvo de poseer todos los libros entonces existentes”. (pág.28)

El ensayo se refiere a los valiosos papiros, un “bien estratégico”. “En el tercer milenio a. C. los egipcios descubrieron que con aquellos juncos podían fabricar hojas para la escritura, y en el primer milenio ya habían extendido su hallazgo a los pueblos de Próximo Oriente. Durante siglos, los hebreos, los griegos y luego los romanos escribieron su literatura en rollos de papiro”. (pág.32)

Capítulo especial, el tema de la esclavitud y cómo los esclavos romanos eran los que hacían los libros. “La historia de los libros en Roma tiene como protagonistas a los esclavos. Participaban en todas las facetas de la producción de obras literarias, desde enseñar a escribir hasta elaborar las copias. Llama la atención el contraste entre la muchedumbre de esclavos griegos ilustrados y el analfabetismo obligatorio de civilizaciones posteriores”. (pág.226)

El infinito en un junco aborda varios aspectos de la educación en Roma. Los aristócratas romanos preferían los preceptores privados en casa para mantener vigilada la castidad de las niñas.

Irene nos cuenta cómo eran y funcionaban las bibliotecas romanas con estatuas de reconocimiento como el paseo de las estrellas de Hollywood. A diferencia de las exquisitas bibliotecas de los foros, las salas de lectura de los baños se orientaban a los gustos de un público amplio, dispar y frívolo. “Sus lectores debieron de ser ante toda gente curiosa en busca de entretenimiento, que acudían a los libros como alternativa a los juegos de pelota, los chapuzones y la conversación insustancial”. (pág 279)

Irene llama la atención sobre la Biblioclastia ocurrida en el siglo XX: las bibliotecas bombardeadas en las dos guerras mundiales, la Revolución Cultural china, las purgas soviéticas, las librerías quemadas o atacadas con bombas y la fetua contra Salman Rushdie.

“El siglo XXI empezó con el saqueo, consentido por las tropas estadounidenses, de museos y bibliotecas de Irak, donde la escritura caligrafió el mundo por primera vez”. (pág.194)

El infinito en un junco es una lectura que nos reconcilia con la historia de la humanidad entretejida con la de los libros. Leerlo es un acto de amor y de profunda reflexión. Es una lectura imprescindible, es como leer cientos de libros en un solo. La variedad de los subtemas tratados le da una versatilidad única. Todo tiene un por qué, un cuándo y un cómo. No podemos hablar del pasado sin hacer conexión con el presente.

Citas célebres de El infinito en un junco

  • …en aquella época ninguna mujer podía hacer de la literatura su profesión—. Las romanas de aquel tiempo no tenían medios para lograr que sus obras se conocieran y se difundieran. La mayoría ni se planteaba hacerlo. Y lo más importante: quienes valoraban si un libro merecía pasar a la posteridad ni siquiera tomaban en consideración lo que escribían las mujeres. (pág.322)
  • La cultura griega, qué les interesaba. No estaban obsesionados por el empleo; después de todo, para trabajar ya tenían a los esclavos. Aprender un oficio era algo envilecedor como un oficio. Lo elegante era el ocio —es decir, el cultivo de la mente, la amistad y la conversación; la vida contemplativa—. (pág.163)
  • Hasta la invención de la imprenta, milenios de saber quedaron en manos de muy pocas personas, embarcadas en una heroica y casi inverosímil tarea de salvamento. (pág.329)
  • En diferentes épocas, hemos ensayado libros de humo, de piedra, de tierra, de hojas, de juncos, de seda, de piel, de harapos, de árboles y, ahora, de luz —los ordenadores y e-books —. Han variado en el tiempo los gestos de abrir y cerrar los libros, o de viajar por el texto… Han tenido muchas formas, pero lo incontestable es el éxito apabullante del hallazgo. Debemos a los libros la supervivencia de las mejores ideas fabricadas por la especie humana. (pág.333)
  • Las librerías han sido siempre un refugio asediado. Todavía lo son. Los libreros se definen como médicos sin bata, pero no es descartable que en los malos tiempos necesiten llevar chaleco antibalas al trabajo. (pág.259)
  • El libro ha superado la prueba del tiempo, ha demostrado ser un corredor de fondo. Cada vez que hemos despertado del sueño de nuestras revoluciones o de la pesadilla de nuestras catástrofes humanas, el libro seguía ahí. (pág.11)
  • Sin los libros, las mejores cosas de nuestro mundo se habrían esfumado en el olvido. (pág.335)

10 razones para leer “El Infinito en un junco” de Irene Vallejo

Patricia Chung

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