Reseña “El libro de Esther” de Juan Carlos Méndez Guédez

El libro de Esther

De entrada, el nombre del libro es bíblico y en su interior se reafirma con una estructura de tres capítulos: I Génesis,  II El Libro de Esther y III ¿San Juan 1:1?. Aunque deben existir muchas ediciones, la que nos presenta Lugar Común muestra un cuaderno escolar de los 80, con una mancha en el lugar donde va la etiqueta, como si le hubiese caído agua.

Juan Carlos Méndez Guédez (Barquisimeto, 1967) nos cuenta la historia de Eleazar, un periodista venezolano, quien de una manera impulsiva viaja a las Islas Canarias persiguiendo el recuerdo de Esther, su amor adolescente. Definitivamente es un libro de encuentros y desencuentros. El protagonista siempre ha estado enamorado de Esther pero circunstancias de la vida le ponen al frente a Marilyn quien se convierte en su esposa. Será una especie de trío amoroso, al menos en la mente de Eleazar.

El autor relata en forma paralela su vida como adolescente, su romance con Esther, mientras cuenta su relación con Marilyn y al mismo tiempo se traslada a su tiempo presente para contar su desventura en el carnaval de Tenerife mientras persigue a Esther a quien no ha visto hace 13 años.

La relación con Esther será intermitente. A ella la sitúa en el Liceo Urbaneja Achepohl en 1984, ya en esa época Esther salía con Carlos Jesús, uno de los mejores amigos de Eleazar. Pierden el contacto pero él siempre siguió pensando en ella, cómo sería, que estaría haciendo.

Eleazar es un personaje bastante particular quien a los 14 años descubrió que no le gustaba la comida de su mamá y decidió preparársela él mismo, es extremadamente meticuloso. “Luego ella comenzó a importunarse un poco por mi manera de probar los whiskies antes de brindar. Tampoco le gustaba que yo limpiase los cubiertos de las casas donde nos invitaban a comer, o que lavase dos veces la ensalada de espárragos que ella misma preparaba. p.39.

Eleazar era maniático, no le gustaban las comidas con aceite, sal o kétchup. Tampoco comía mondongo.

Eleazar era muy amigo de Carlos Jesús y Enrique en la época del liceo. Por eso enterarse años después de la muerte de Carlos Jesús, lo afectó mucho.

Los excesos del famoso carnaval canario convierten a Eleazar en un ser descontrolado donde la memoria se mezcla con el alcohol y ese deseo intenso de poder encontrar a Esther sin tener ninguna pista, solo que es venezolana y delgada. Comienza una búsqueda infructuosa con más desaciertos que aciertos.

En paralelo a este relato, está la búsqueda de Esther en una  Caracas que ha cambiado mucho en 13 años: “Yo imaginaba un hongo atómico alzándose como una mano brillante sobre el Ávila y devastando cada kiosco de periódicos, cada escalera, cada panadería. Ningún rastro. Ninguna referencia”. p.63.

La vida de Eleazar se ve sacudida por la separación de Marilyn. Ella desea ser madre pero él es infértil. Reconoce que no le gustan los niños sino los ajenos y que nunca sería buen padre. La pérdida de la afectividad de la intimidad en la relación es muy bien contada por Méndez Guédez. “La convivencia en la casa era difícil. Marilyn se aislaba por entero. Coincidíamos apenas algunas noches antes de acostarnos y poco a poco me enteraba yo de cómo se iban desplegando a su alrededor los argumentos de una nueva existencia”. p.96.

Un afortunado encuentro con Aurelio quien trabajó en Venezuela en el Hogar Canario,  da la clave para encontrar a Esther. Todo se convierte en locura en el carnaval, vestido de dinosaurio rosa  se entrega a los excesos del alcohol y expectante ante la posibilidad de encontrar a Esther en Fasnia. Presencias y evocaciones que mezclan la nostalgia con el humor negro.

El escritor expresa en unos Versoagradecimientos que en la novela flotan textos de Julio E. Miranda, Rafael Arráiz Lucca y Vasco Szinetar. Estos versos permitieron a Eleazar reconocerse a sí mismo en la sonora palabra de otros.

“Quizás es mejor vivir en los otros, en su dignidad, en su fuerza, en su heroísmo cotidiano. ¿Qué pensaba Marilyn al final de nuestra vida en común? ¿Qué pensará Esther si volvemos a vernos?¿Qué pensarán de mí?. Prefiero correr un velo sobre mis dudas. Me recuerdo tan gris en estos años últimos. Tan prescindible, tan silencioso”. p.171.

Eleazar esperará a  Esther (o tal vez no) con una piedra de mar en la mano, como debió ocurrir 13 años atrás.

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