Reseña “Hija de revolucionarios” de Laurence Debray

De por sí la llamativa portada de este libro Hija de revolucionarios muestra a una jovencita empuñando un fusil que apenas puede sostener. La autora Laurence estuvo en su adolescencia en un campamento de pioneros en Cuba. Ella es hija de una pareja de intelectuales ligada a Fidel Castro, el francés Regis Debray y la venezolana Elizabeth Burgos.
En Hija de revolucionarios se presenta como una reflexión de alguien que intenta conocer más de su pasado por el mero hecho histórico a pesar de ser contraria a las ideologías. Laurence se queja del veto que sus padres impusieron al tema de sus acciones en la juventud. El silencio fue la respuesta a muchas de sus preguntas.
Como se recordará, Regis Debray estuvo preso en Bolivia y dicen algunos, dio a los militares bolivianos y a la CIA, información para capturar al Ché Guevara. Debray fue detenido en 1967 pero salió en 1970 por un decreto de amnistía firmado por el Presidente Juan José Torres.
Mientras que la periodista Elizabeth Burgos se afilió a las Juventudes Comunistas en los años sesenta. Así conoció a su futuro esposo Régis Debray, quien había acudido a Venezuela para entrevistar a Douglas Bravo. Sus luchas por Latinoamérica la llevaron a Colombia, Ecuador, Perú y a Chile, donde colaboró con Salvador Allende.
Laurence dice haber descubierto hechos que no habría querido conocer. “Aunque hayan vuelto a la vida legal, mis padres no podrán nunca deshacerse de estos rasgos de carácter: predican, divisen, esconden, conspiran, seguros de su superioridad intelectual. Secuelas de una clandestinidad que no sale indemne” (pág.40)
La autora narra el juicio que se le siguió a su padre, cita las palabras de lealtad al Ché Guevara, quien falleció en octubre de 1967.
Laurence reconstruyó la historia de sus padres, sus relaciones con Fidel castro, la prisión de Regis y los maltratos que recibió. Según su versión, su padre no develó ningún secreto a la CIA. “Ahora sabía que mi padre no había proporcionado ningún dato que hubiera permitido, seis meses después de su detención, la captura del Che” (pág. 66)
En otro capítulo, Laurence se refiere a su nacimiento, a su niñez. Explica que fue “producto de una debacle conyugal”. Pese a ser talentosos e inteligentes, la relación ya no funcionaba. De niña contaba con una red de benefactoras como Jane Fonda, Clara Malraux, Simone Signoret y otras tantas que asistieron a su madre y a ella cuando hubo momentos de apremiante necesidad en los que no tenían ni con qué comer.
“Crecí en un mundo binario, en el que lo gris no cabía y los tibios eran denigrados” (pág.147)
Laurence no entendía mucho la diferencia entre derecha e izquierda, temas que se hablaban en su hogar. Sus padres eran muy serios y siempre estaban insatisfechos e inquietos. Ella siempre sintió que sobraba. No conserva ningún recuerdo de sus padres haciendo algo juntos con ella. Siempre se hablaba de política, nunca de temas banales.
La escritora en Hija de revolucionarios cuenta anécdotas, impresiones sobre personajes políticos, inclusive su entrevista cuando Hugo Chávez era candidato. Cuenta que siempre le habló de Bolívar, el pueblo y su “proyecto histórico”. Ella no quedó convencida.
Sigue haciendo una especie de periplo autobiográfico sin olvidar a su padre y el fallecimiento de su abuela. Lo que queda claro es que Laurence investigó a sus padres como fenómenos sociológicos que pasaron de moda, no se conectó con ellos desde el cariño como su hija y de hecho, los ve como ejemplos que no se deben seguir. Es como ella misma lo expresa, un rompecabezas que al final, encaja.
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