Ricardo Silva Romero: ficción es más tajante que la realidad

El escritor bogotano Ricardo Silva Romero escribe todos los días. En su libro Cómo perderlo todo habla sobre el amor y el desamor. Sostiene que cada persona o personaje lleva dentro su propio “infierno portátil”.
En entrevista a Qué Leer afirma que existen mucho más de cien escritores latinoamericanos brillantes. Nos cuenta cuáles son sus autores favoritos en una lista que incluye músicos, cineastas y escritores.
Su más reciente libro, Cómo perderlo todo, ¿es acaso una visión pesimista del amor?
No creo que sea una visión pesimista de la vida ni creo que sea una visión pesimista del amor. Creo que es un mural de personajes que están teniendo la tentación de escapar de su pareja, pues le están echando la culpa de su desazón. Creo que el amor no tiene la culpa de que la gente no esté a su altura. Y me parece claro que el amor se da en varias de las historias que se cuentan en la novela.
¿Las historias que cuentas provienen de experiencias vividas o personajes que se cruzaron en tu vida?
Hay personas e historias que se han cruzado conmigo, pero lo cierto es que la ficción es la recreación de la realidad. Y también puede pasar, como pasó durante la escritura de Cómo perderlo todo, que me invente personajes, pero acaben poseídos por mis experiencias personas y por mis recuerdos. No es diferente a lo que sucede con un actor, que encarna a un personaje, pero la relación es de doble vía: el actor se convierte en el personaje y el personaje se convierte en el actor.
¿Por qué escoger el año 2016 como escenario de tu novela?
Fue uno de los peores año que yo recuerde: en lo personal porque mi papá murió y en lo público porque el mundo liberal al que pertenezco descubrió a punto de golpes –el Brexit, el plebiscito, Trump- que sus conquistas no pueden darse por sentadas. También quería que esta novela fuera una conversación con los lectores y me pareció que contar lo que nos pasó –pero también nos está pasando- era una buena manera.
Las parejas en crisis son muy frecuentes: ¿cómo se solucionan, al menos en la literatura, esos conflictos?
Creo que las personas y los personajes tienen en común que sus verdaderos enemigos son ellos mismos: sus infiernos portátiles, sus infiernos personales. Y en Cómo perderlo todo las soluciones a los conflictos de pareja son borrosos, largos, inciertos, como en la vida. Bueno, en la ficción cumplimos con el anhelo de que en la vida haya principios, medios y fines; en la ficción la vida es mucho más tajante que en la realidad.
Eres un escritor muy prolífico: ¿de dónde proviene la inspiración?
Creo sinceramente que es un hábito y es un oficio. Por un lado, mi cabeza está entrenada ya para ver historias y personajes y frases con las sílabas contadas en los asuntos de todos los días. Por otra parte, todos los días me levanto a escribir lo que esté escribiendo: un día una columna, al día siguiente una novela. Y, como el año tiene 365 jornadas, poco a poco voy terminando novelas.
¿Cuál es tu mejor momento para escribir?
No podría señalar un momento del día o una época del año, pero sin duda es más fácil cuando ya estoy metido adentro de lo que estoy escribiendo y ayuda que la oficina esté en silencio.
Quiero comentarte tu maravillosa página web, con un diseño increíble. Me encantó explorarla. ¿De quién fue la idea?
Me alegra que te haya gustado. En un principio es la idea de mi amigo Germán Pardo García-Peña, que murió hace quince años ya. Luego yo la sostuve con un par de amigos que me dieron la mano: Julián Saad, Laura García, Alejandro Martín. Y hoy en día, la versión tan bien diseñada, es obra de Carolina López Bernal y Ana Carulla. Yo estoy pendiente, pero este nuevo diseño está pensado por ellas dos.
¿Qué temas te inspiran?
Creo que los temas me mueven más a escribir columnas que a escribir novelas. Para escribir novelas me empujan anécdotas inexploradas de la Historia o personajes que son un enigma o mundos que quiero revisar por dentro. Y sin embargo en realidad es un misterio la manera como una idea aparece y se convierte en el libro que voy a sentarme a escribir.
¿Cuáles son tus autores favoritos?
Creo que de lejos mi escritor favorito es Paul Simon. Que luego siguen Woody Allen, Martin Scorsese, Steven Spielberg, Leonard Cohen, Peter Gabriel. Y que siempre tengo en mente los libros de Carver, de Ford, de Pinter, de Dumas, de Auster, de Dostoievski, de Carrol, de Kafka y así hasta que voy completando mi biblioteca, pero su influencia es diferente.
¿Cómo ves el presente de los escritores latinoamericanos?
Creo que es un buen presente: podría hacer una lista de cien brillantes, empezando por los colombianos, en menos de diez minutos. Creo que estos tiempos de redes están sirviendo para que conozcamos mejor lo que los escritores del mundo entero están haciendo.
En 2007 fuiste elegido por la organización del Hay Festival como uno de los 39 escritores menores de 39 más importantes de Latinoamérica. ¿Qué opinión te merece la generación de menos de 39 actual?
He oído de casi todos y he leído a varios y todos me parecen escritores serios y valiosos. Puedo decir que los seis colombianos son excelentes y que habrían podido meter muchos y muchas más en ese lista.
Quisiera que escribieras a nuestros lectores algún texto de Cómo perderlo todo. Te copio el primer párrafo de la novela: “Es milagroso e inverosímil que tan pocos matrimonios acaben en asesinato. Tal vez sea así para probar que el castigo no es la muerte. Quizás el amor sea esa sensatez de último minuto, aquel indulto, o sea tal vez esa buena estrella. Dicen los astrólogos confiables que desde el domingo 1 de enero hasta el domingo 31 de diciembre del pasado 2016, que fue, según se ha probado, el peor año bisiesto que se encuentre en las bitácoras del universo, una conjura de planetas forzó a millones de parejas de acá abajo a la desesperación y a la agonía. Repiten que semejante complot astral ni siquiera nos empujó a matarnos de una buena vez como pares de monstruos enjaulados, que habría sido lo práctico y lo humano, sino que nos animó a susurrarnos “voy a amargarle este día”, “prefiero envenenarle gota por gota”, “debo cambiar mi vida” a escondidas de nuestro vigilante: nuestra mujer, nuestro marido”.
Ricardo Silva Romero (Bogotá, 1975) es el autor de las novelas Relato de Navidad en La Gran Vía (2001), Walkman (2002), Tic (2003), Parece que va a llover (2005), Fin (2005), El hombre de los mil nombres (2006), Autogol (2009), Érase una vez en Colombia (2012), compuesta por Comedia romántica y El Espantapájaros, El libro de la envidia (2014), Historia oficial del amor (2016), Todo va a estar bien (2016). Su obra la completan dos colecciones de relatos, dos poemarios, un par de libros sin género, un ensayo sobre la ficción titulado Ficcionario (2017) y la página de internet. Es columnista de El Tiempo en Colombia y de El País en España.
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