Samuel González-Seijas: la virtualidad de la literatura tiene muchas aristas

Samuel González-Seijas nació en caracas el 20 de agosto de 1971. Estudió Letras en la Universidad Central de Venezuela; es corrector y editor; ha trabajado para distintos sellos editoriales y periódicos. Actualmente comparte la dirección editorial de El Estilete y ejerce la docencia en educación media.

En el 2009 publicó una plaquette de poemas Pequeño fuego de labios (Editorial La Espada Rota). Parte de su trabajo ha sido publicado en suplementos literarios Verbigracia y Papel Literario.

Lleva el blog Lector de paso. Bajo el sello editorial La Laguna de Campoma publicó el poemario Espesa marea (2015)y en el 2018 de la mano de Ot Editores publica, Salmos de la penuria.

Libros Samuel González-Seijas

¿Qué razón lo motiva a escribir?: una motivación tan antigua y tan de hoy: la posibilidad de acercar un poco de belleza y orden a la vida de todos los días.

¿Para usted “escribir “es una profesión o un hobby?: ninguna de las dos. Quiere ser una posibilidad de reverencia y devoción con el lenguaje y la imaginación.

 ¿Qué es lo más difícil de ser escritor?: impedir que la nadería, la rutina, las trampas de la vida social, los compromisos de toda índole y las comodidades tecnológicas terminen por ahogar la escritura misma. Lo más difícil es ser honesto con uno mismo y lograr mantenerse allí.

¿Qué le hizo saber que se dedicaría a ser escritor?: interminables sobre un puñado de imágenes que no me abandonaban con el paso de los años. Aprender a darles su puesto y luego abrirles cauce para que dijeran lo que traían para decir.

 ¿Tiene alguna rutina para sentarse a escribir?: ninguna. Tener una rutina en este sentido ha sido una batalla que hasta ahora he perdido. Tengo, sí, una rutina para leer y para estar atento con lo que se mueve en el ámbito de la imaginación.

 ¿Tiene alguna musa de inspiración?: me encantaría saber si es, como lo era para los antiguos, es una musa… pero no lo sé. Situaciones, memorias que emergen por capricho, imágenes del recuerdo, tal vez esto y algo más pueda considerar que ejercen el dictado de una posible musa.

¿Qué libro le hubiese gustado escribir?: La muerte de Virgilio, de Hermann Broch

¿Existe el temor frente a la hoja en blanco?: No, el temor existe en no poder o dejar de imaginar

¿Cuál es el libro más preciado de su biblioteca?: es difícil de decir. Hay en ella una vieja edición de “El hacedor” de Borges. Tal vez sea ese. O aquella que me dio mi padre al final de los años 80 de las “Cartas a un joven poeta” de Rilke. O una edición de “El gran Meaulnes”, que me obsequió la profe María Fernanda Palacios, en una edición tapa dura de Brugera.

¿Cómo es su biblioteca, tiene un lugar especial, un sistema para ordenarlos, cuántos tiene?: mi biblioteca ha sido levantada sobre dos pilares, digamos. Uno: por libros usados o libros de remate, que era lo que podía pagar cuando era estudiante. Otro: por los libros que heredé de mi padre, que no son exclusivamente de literatura pero de los cuales había lo que uno llama “lomito”. Es muy desordenada, tiene aspecto de estantería de depósito, y es completamente asistemática.

¿Recuerda con cuál libro se inició en la lectura?: sí, una versión infantil de La Odisea, de Homero.

¿Cuál fue el libro qué dejó una huella en ud?: Siddartha, de Hermann Hesse

Un libro para iniciarse en la lectura: La Isla del tesoro

Un libro para no leer: Mein Kampf

Un libro para leer en el baño: La clave del éxito, de Og Mandigno.

¿Cómo se conecta con el lector?: supongo que, como autor, cuando hablamos y se produce el milagro de la amistad. Por lo demás, cuando se trata de algún libro que uno tuvo la suerte de escribir, pues por empatías que no dependen de ningún contacto real. La virtualidad de la literatura tiene muchas aristas, campos de fuerza desconocidos, territorios que nadie maneja. Ahora, si la pregunta quiere indagar si mientras o antes de escribir pienso en el lector y por él, para “conectar” con él, trabajo el lenguaje, digo que no, nunca tengo clara idea de prodigarme lectores o amigos, porque tal vez lo que tengo que decir no le guste a casi nadie. Siempre es un riesgo. Pero un riesgo que hay que asumir más allá de los resultados. 

¿Consejos para un principiante en la escritura?: Leer, leer, leer y si se es suficientemente valiente, no sentirse cómodo nunca con lo que pueda salir escrito en un cuaderno, o por ahí. No lanzarse a publicar como se lanzan algunos a una piscina un día de juerga y rumba entre panas.

 

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