«Venezuela más que para un libro da para una saga completa». Luis Melgar

Es un diplomático que ama su carrera y que ha descubierto en la escritura otra vocación que lo apasiona. Luis Melgar trabaja en la Embajada de España en Venezuela y en entrevista a QUÉ LEER nos cuenta sobre sus aventuras en Guinea Ecuatorial. Desde comer boa, rata de bosque, antílope y cocodrilo, entender la poligamia hasta dar visas por amor. En fin, en LOS BLANCOS ESTÁIS LOCOS nos cuenta sus experiencias sobre una cultura que aunque no lo parezca, él la encuentra similar a la venezolana y a la española.
Los diplomáticos son personas muy reservadas y apenas dan entrevistas por la naturaleza de su trabajo. Ese no ha sido tu caso, eres una persona mediática. ¿Por qué decidiste escribir un libro sobre tu experiencia en la embajada de España en Guinea Ecuatorial?
Tienes toda la razón, soy un diplomático bastante “bocazas”, como decimos en España. Aquí creo que decís “boca de jarra”, ¿verdad? Pero me vas a permitir que te haga una puntualización: no he escrito un libro sobre mi experiencia en la Embajada de España en Guinea Ecuatorial, sino en el país en sí. Es decir, la historia que yo quiero contar no es la de un funcionario del Gobierno español en un país africano, sino más bien un retrato de ese maravilloso país visto a través de los ojos de un “blanquito”, como nos llamaban allí a los occidentales.
¿Cuéntame cuál es el origen del título del libro?
La verdadera autora del título es Yolanda, la muchacha que trabajaba con nosotros como empleada doméstica y que acabó convirtiéndose en más que una amiga, una maestra, un oráculo de sentido común. Yolanda la pronunció por primera vez antes de conocernos, cuando se enteró de que sus nuevos jefes iban a ser dos hombres. “¿Son hermanitos?”, preguntó, ingenua. Cuando le dijeron que estábamos casados, porque en España pueden casarse dos personas del mismo sexo, al principio no entendió nada, pero al fin se encogió de hombros y exclamó: “los blancos estáis locos”. Y a partir de entonces repetía la misma frase cada vez que se veía sorprendida por nuestras costumbres de europeos un poco locos, para qué negarlo.
¿Consideras que fuiste bien tratado y no discriminado al irte a vivir allá con tu pareja Pablo?
Nunca fuimos discriminados, más bien al contrario, siempre nos sentimos maravillosamente bien acogidos. Es cierto que la homosexualidad es un tema del que apenas se hablaba en Guinea Ecuatorial cuando nosotros llegamos, aunque creo que eso es algo que ahora está cambiando y de forma positiva. Pero los guineanos tienen un sentido muy amplio de la familia, así que cuando se dieron cuenta de que mi marido Pablo y yo somos efectivamente una familia, nos recibieron con los brazos abiertos y nos trataron como a una familia más.
Aunque son muchas ¿Puedes contarnos una anécdota divertida de tus vivencias en ese país de África?
Son tantas anécdotas que es difícil elegir una, pero allá voy. A mí me sorprendió mucho descubrir que, aunque Guinea es un país mayoritariamente católico, la poligamia está muy extendida. Es decir, los hombres se casan con su primera esposa por la iglesia y con la segunda y siguientes, por el rito tradicional. Esto no les supone ningún problema, y luego las familias enteras con sus diversas esposas y los hijos de todas ellas van a misa como si tal cosa, sin que ni el cura ni el obispo se sorprendan en lo más mínimo. Una vez, un amigo guineano me invitó a comer a un restaurante. Recuerdo que yo pedí un arroz que estaba buenísimo. Mi amigo intentaba explicarme por qué para “el hombre africano”, como dicen ellos, la poligamia es una necesidad. Como yo no acababa de entender, me preguntó: “¿a ti te gusta el arroz?”. “Sí, claro, por eso lo he pedido, el arroz me gusta mucho”, contesté. “¿Pero a que no te gustaría comer el mismo plato de arroz todos los días de tu vida?, pues así el hombre africano tampoco quiere estar con la misma mujer todos los días de su vida”. Reconozco que la explicación me hizo reír un buen rato, aunque sigo pensando que probablemente la mujer africana se aburra también de comer el mismo arroz cada día…
¿Qué es lo más raro que comiste allí?
¡Desde luego, no fue aquel arroz! Para mi paladar de español, creo que lo más raro que comí fue la boa, aunque reconozco que me gustó mucho. Sabe parecida al pollo. También comí rata de bosque, cocodrilo, antílope… estos platos no son habituales en la gastronomía española, ya lo sabes, pero hay algunos bastante sabrosos. Sobre todo la boa, ya te digo.
Comentaste que tuviste que dar muchas visas por causa del amor, ya que a muchos españoles les gustaban las mujeres de Guinea Ecuatorial. ¿Es cierto?
¡Es muy cierto! Aunque las guineanas no ganan los certámenes de Miss Universo como las venezolanas, hay que reconocer que sus mujeres son muy hermosas. Y sí, muchos españoles se enamoraban de guineanas y luego querían irse a vivir con ellas a España, y ahí teníamos que intervenir nosotros por el tema del visado. Pero ojo que también sé de varias españolas que quedaron prendadas de hombres guineanos…
¿Cuánto se trabaja en una embajada? Es cierto eso que dicen que es un trabajo relajado, sin mucho stress?
¡En absoluto! El trabajo en una Embajada es 24 horas, nunca puedes decir que estés descansando realmente. En Guinea tuve que salir varias veces de la cama en medio de la noche para atender a españoles en apuros. Viajé por el país montado en una hormigonera, perseguí a monjas fugitivas, fui observador electoral, organicé una visita del presidente Rajoy… y eso además del trabajo normal, que consiste en redactar miles de informes que hay que mandar a España constantemente. No, yo no diría que sea un trabajo relajado, aunque desde luego sí que es gratificante, porque de vez en cuando tienes la sensación de que estás haciendo algo útil para ayudar a la gente.
Si algún día no ejerces la carrera diplomática, ¿Serías escritor a tiempo completo?
Te confieso que para mí la vocación de diplomático y la de escritor son como las dos caras de la misma moneda, me costaría mucho tener que decantarme sólo por una de las dos. Espero no tener que elegir nunca, pero si alguna vez me viera obligado a dejar de ser diplomático, Dios no lo quiera, intentaría centrarme en la escritura, claro. No me importaría diseñar cohetes espaciales, pero eso no sé hacerlo.
¿Por qué recomiendas tu libro? ¿Qué va a encontrar un lector allí?
Hombre, tanto como recomendar mi libro… me da “pena”, como decís vosotros, ¿qué voy a decir? Sí te puedo contar por qué lo escribí, y es para compartir con los lectores la experiencia que tuve viviendo durante tres años en Guinea Ecuatorial, un país que por un lado es muy similar a España y a Venezuela (compartimos lengua, cultura, historia…) y por otro muy diferente, ya que las tradiciones africanas como la brujería o la vida tribal están muy vivas. Para mí fue muy enriquecedor como persona, y por eso he querido compartirlo.
Eres Primer Secretario de la Embajada de España en Venezuela. ¿Hay alguna similitud entre lo que viviste en Guinea Ecuatorial y este país?
Hay muchas similitudes, porque como te decía antes, tanto Guinea como Venezuela y España pertenecen a la misma comunidad histórica. Compartimos una serie de vínculos que hacen que uno pueda sentirse como en casa en cualquiera de los tres países. ¡A mí me pasa aquí en Venezuela, me siento como en casa! También hay similitudes más concretas, como puede ser el reto que plantea la presencia del petróleo.
¿Escribirías un libro sobre tu experiencia diplomática en Venezuela?
Tengo toda la intención de hacerlo, aunque te diría que Venezuela más que para un libro da para una saga completa.
¿Cómo te han tratado en Venezuela, qué es lo que más te ha gustado?
En Venezuela me he sentido maravillosamente tratado. Lo que más me gusta, sin duda, es su gente. Creo que los venezolanos sois personas generosas, hospitalarias, optimistas, cariñosas, preparadas… ¡hasta guapas, que todo hay que decirlo! Es un pueblo riquísimo desde el punto de vista de la calidad humana. Además, Venezuela es un país precioso con una naturaleza impresionante, una gastronomía deliciosa, una cultura vibrante… Es difícil para un español no enamorarse de Venezuela.
¿Has leído algún autor venezolano? ¿Te gusta alguno en particular?
He leído a unos cuantos, aunque aún tengo una larga lista de libros venezolanos esperándome en la mesilla de noche. De momento he empezado con algunos clásicos como Rómulo Gallegos o Teresa de la Parra, aunque los intercalo con otros más actuales como Méndez Guédez o Boris Izaguirre. Acabo de terminar de leer la biografía de Sofía Ímber que ha escrito Diego Arroyo y me ha encantado, ¡qué mujer más interesante! Me hubiera encantado conocerla. Bueno, y por mi trabajo leo muchísimos artículos de prensa. Intento no perderme nada de lo que escribe mi amigo Jonathan Reverón.
¿En cuáles países te gustaría prestar servicio diplomático?
Te confieso que, después de haber conocido Venezuela, me siento tentado de quedarme para siempre en América Latina. Pero también me gustaría conocer en profundidad otras regiones del mundo, sobre todo Asia. Me encantaría estar destinado en la India o en Tailandia. Y Europa… bueno, creo que ya tendré ocasión de volver a Europa cuando sea más viejo.
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