Zakarías Zafra: No me gustan las despedidas por pura cobardía

Zakarías Zafra (Barquisimeto, 1987) es escritor, editor y músico. Actualmente vive en Ciudad de México. Ha sido reconocido como el “Poeta de la Diáspora” por sus escritos reflexivos, solitarios y catárticos que ha publicado en sus redes sociales. Renuncia, dolor, proceso, desorientación, cuerpo y memoria, son palabras que afloran desde lo más profundo de su ser, con la certeza de que no hay un plan, solo anhelos. Zafra escribe para hacerse a la idea de estar volviendo.
-Muchos te han considerado como el poeta de la diáspora, inmensa responsabilidad, ¿De qué forma lo asumes?
El hecho de que las cosas que escribo hagan eco, es suficiente para mí. Kapuściński decía que la realidad no puede ser asida más que por fragmentos. Eso, justamente, es lo que he tratado de hacer: sumar apuntes, intuiciones, borradores, a este gran suceso que tiene todavía mucho de innombrado. Si esa voz medio inquieta y medio insistente que voy componiendo mueve algo en alguien, me doy por servido.
-Empleaste el twitter para expresar tu inquietud y desasosiego por la situación de Venezuela. Se podría decir que todo comenzó el 24 de noviembre de 2017 con este texto. Quiero tu reflexión.
Dejen que la gente se vaya.
Dejen que la gente no quiera volver.
Dejen que la gente quiera volver aunque no pueda.
Dejen que la gente vuelva si quiere.
Dejen que la gente no quiera irse.
Dejen que la gente vuelva y se vuelva a ir.
Coño.
Dejen.
Fue una especie de pancarta de protesta. Como un grafitazo en muro. Me salió sentenciosa, pero juro que fue más bien catártica.
-Has señalado “Emigrar es un precioso acto de renuncia” ¿Cómo fue tu renuncia?
Inmensa, como la de cualquiera. No porque haya dejado mucho o poco, sino porque el hecho de dejar (familiares, amigos, relaciones, trabajos, certezas) deja secuelas íntimas muy grandes. Decir «precioso acto de renuncia» no es más que un intento de abrazar esos abandonos.
–Familias rotas, ¿Podrán volverse a pegar algún día?
Prefiero apostar por la conexión, por buscar nuevas dinámicas relacionales y resignificar los afectos. Juntar familias rotas, tal vez, no se trate de reunirlas en el mismo lugar, sino hacer que funcionen y se mantengan en la dispersión, cuanto sea que esta dure.
-Has expresado que la fortaleza del que emigra, está en reinventarse y renacer. ¿Qué tan doloroso es ese proceso?
Es exigente, más que doloroso. En el dolor puede haber acomodos, estaciones, abatimientos, pero en el apremio por (sobre)vivir no. La reinvención, diría yo, podría parecerse a un cincelado: golpes, rupturas, repujes que conducen a nuevas formas. Hay dolor ahí, por supuesto, pero la transformación ocupa -y demanda- bastante más.
-¿Por qué no te gustan las despedidas?
En otro momento te habría dicho que «son rituales que fatigan porque solemnizan el dolor y le agregan un peso innecesario al acto de separación», pero creo que la respuesta hoy es más simple: por pura cobardía.
-Al leerte uno tiene la impresión de que quien emigra está en una especie de limbo, de estar como en la mitad de algo, los que se fueron y no pueden volver. ¿Cómo te sientes tú?
Como en alguna estación posterior a ese limbo. Una, quizá, más tranquila que me permite nombrarlo ahora. Lo viví, lo sentí, lo registré en muchos momentos. No pertenecía a México ni a Venezuela. No tenía suelo firme y no sabía por dónde regresar. Luego entendí que la desorientación es la única señal del trayecto y empecé a reconciliarme con eso. La emigración supone una suspensión radical de certezas. Y de ahí, paradójicamente, surgen cosas extraordinarias.
-¿Cómo llena el vacío y la soledad el que emigra?
No hay forma de llenarlos, más que asumiéndolos como procesos. No pueden ocuparse artificialmente, menos se pueden distraer. Experimentarlos, registrarlos, es, tal vez, la forma más adecuada de echarlos a andar con uno. Al emigrar uno se lleva y se sobrelleva.
-Escribiste el 9 de dic. 2017
En los hábitos, en las palabras,
en la comida, en las playlists, en la voz de los amigos.
El país tiene muchos lugares.
Está en los sentidos y está en la memoria.
En ese territorio vives.
Nadie te va a desterrar de ahí.
Ese texto refleja cuan cerca sigue Venezuela en tu vida a pesar de la lejanía territorial. ¿Podría decirse que la nostalgia aviva el recuerdo?
Creo que la nostalgia, a veces, es una operación inseparable del acto de recordar. Más aun cuando lo que evocas, en cierta medida, ha desaparecido en sustancia. Hablo con muchos emigrados y casi todos comparten esa voz temblorosa que recobra, recupera, reinstala. Hay una trama emocional detrás que la sostiene. Una que roza la tristeza y la desorientación, pero también una rara esperanza.
-Escribiste “Venezuela son dos países: el territorial y el diaspórico. Hay que aprender a mirarse otra vez. Esta vaina no es una guerra. Somos nosotros y lo que quedó”. ¿Cuándo podremos ser un solo país?
No estoy seguro de llegar a ser «un solo país». Creo que lo más interesante de la emigración y la aparición de la diáspora, es la posibilidad de reconocer muchos países distintos que, de alguna manera, podrían conectarse. Por eso me gusta hablar de amalgamas, puentes, conexiones, en lugar de una «unidad».
-Escribiste el 11 dic. 2017. Aquí hablas de la forma en que el país está presente en ti,
Mi casa está lejos, mi historia tiembla, no tengo país.
Pero tengo el cuerpo, la memoria y la palabra.
Y desde ahí resisto.
El cuerpo, la memoria y la palabra: los únicos refugios que quedan cuando el suelo -y la historia que nos contenía- se desvanece.
¿Cambiaste la arepa por los tacos?
Hago arepas con harina nixtamalizada y como tortillas de maíz con aguacate, pollo y mayonesa. Hay cruces inevitables.
¿Es acaso el destino de esta poesía poder emerger como un libro?
El tema de la emigración y la diáspora está tomando muchas formas en mi escritura. No lo veo como un solo libro. Hay algo de crónica, de novela y, desde luego, de poesía en lo que estoy trabajando. Algunos borradores -viejos y recientes- se han actualizado en esta nueva inquietud que me mueve. Es probable que salgan algunas obras de ahí.
¿Ha pensado Zakarías en regresar a Venezuela?
Como algunas veces he dicho, pienso en el regreso como un anhelo y no necesariamente como un plan. Estoy en medio de un proceso de exploraciones y hallazgos que debe seguir su curso. Por los momentos, el país que dejé atrás se manifiesta en mi memoria y en el cuerpo que lo atestigua. Desde ahí escribo todos los días y con eso, al menos, me hago la idea de estar volviendo.
Zakarías Zafra
Venezuela, 1987 | Escritor, editor y músico. TED Speaker 2017. Ha publicado en poesía Quinquenio (2009), El bemol de los latidos (2011), Al otro lado de la vía oscura (Ediciones del Movimiento, 2015), la plaquette Kintsugi (2017), y los libros de cuentos Blanda intuición de párpados (2014) y La montaña de los niños (Tercer Escalón, México, 2017). En 2012 resulta ganador del concurso nacional “Découverte de la Francophonie”, otorgado por la Embajada de Francia en Venezuela, lo que lo llevó a participar junto a 20 creadores de todo el mundo en el programa CultureLab, estadía lingüística y cultural organizada por el Institut Français y el Centre d’Échanges Internationaux.
Textos suyos han sido publicados en los portales Qué Leer, Ficción Breve y Clímax, incluidos en revistas literarias como Otro Páramo y La Caída (Colombia), Viceversa Magazine (E.E.U.U), Letralia, y DigoPalabraTxt, y en antologías digitales como el Stand Up Poetry, Los poetas del cinco y la selección de poesía joven venezolana Entremuros (Guatemala). Es uno de los 34 jóvenes escritores seleccionados en el libro Nuevo país literario, publicado por el Fondo Editorial Banesco (2016).
Actualmente escribe para Letras Libres, Cultura Colectiva y Verbigracia, suplemento cultural del diario El Universal. Fue columnista de los diarios El Impulso, El Nacional y Tal Cual, en Venezuela, y ha sido invitado internacional de eventos como la Feria Universitaria del Libro de Hidalgo (México) y el Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico. Es Magíster en Literatura Latinoamericana y Especialista en Periodismo y Ciencias de la Información (Universidad Miguel de Cervantes, España).
Vive en Ciudad de México y su trabajo literario inédito abarca la narrativa breve, el ensayo y la dramaturgia.
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