Premio Formentor para el escritor universal Cees Nooteboom

El escritor universal Cees Nooteboom nacido en 1933 en La Haya obtuvo el Premio Formentor de las Letras por haber “desbordado con su incesante creatividad el límite que proponen los géneros literarios”, tanto en su faceta de poeta como en su rol de novelista, ensayista, traductor o crítico de arte.
El escritor universal Cees Nooteboom
El Premio Formentor 2020 se le otorga a un escritor viajero que «ha hecho del nomadismo una actitud filosófica, estética y espiritual que trasciende las fronteras y revela la naturaleza expansiva de los horizontes humanos».
Cees Nooteboom es un escritor universal que «escribe con la conciencia de pertenecer a la gran tradición cultural europea».
Según el jurado, el escritor universal Cees Nooteboom es “uno de los más grandes cronistas de nuestro tiempo, capaz de convertir las experiencias de sus viajes en una sabia percepción de los elementos latentes del cosmopolitismo estoico”.
Un jurado integrado por Judith Thurman, Alberto Manguel, José Enrique Ruiz-Domènec, Alexis Grohmann y su presidente Basilio Baltasar, ha deliberado desde las ciudades en las que residen, Manhattan, Barcelona, Edimburgo y Mallorca ante el confinamiento por la pandemia del coronavirus.
Importante galardón
El Premio Formentor en su primera etapa se concedió entre 1961 y 1967, promovido por la editorial española Seix Barral, con la colaboración de una decena de sellos extranjeros y los propietarios del Hotel Formentor de Mallorca.
Se otorgaba en dos modalidades, el «Prix International», que reconocía a un autor de resonancia mundial, y el «Premio Formentor», que se otorgaba a una novela presentada por alguno de los editores convocantes. En aquella época fueron premiados, Jorge Luis Borges, Samuel Beckett, Saul Bellow, Juan García Hortelano o Jorge Semprún.
En una segunda etapa a partir de 2011, se entrega anualmente en los jardines del Hotel Barceló Formentor. Lo han recibido, Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, Javier Marías, Enrique Vila-Matas, Ricardo Piglia, Roberto Calasso, Alberto Manguel, Mircea Cartarescu y Annie Ernaux.
Autor del desarraigo
Cornelis Johannes Jacobus Maria Nooteboom es el nombre con el que fue bautizado. Cees (que se pronuncia «Kees») es la abreviación de Cornelius quien más tarde renunció a sus otros tres nombres. Nooteboom estudió en colegios católicos, pero en 1953 abandonó sus estudios, sin haberse graduado para viajar por Europa. Cuatro años más tarde, como marinero, se dirigió a Surinam.
Ha vivido entre Holanda, España (en especial en Menorca) y Alemania.
El escritor universal Cees Nooteboom vivió la Segunda Guerra Mundial y ha afirmado que encuentra en esta pandemia una atmósfera parecida: las calles vacías, la incertidumbre, el temor. «Había hambre en La Haya, la gente moría y mi padre me envió a la provincia. Me daban pan y mantequilla y enfermé porque pesaba menos de 50 kilos. Esta atmósfera de calles vacías me da la misma impresión». Ahora también se ha enfermado, como confiesa, pero por fortuna no de coronavirus.
Prolífico y multifacético
En 1955 publicó su novela Philip y los otros por la que recibió el Premio Ana Frank. En 1956, su primer volumen de poesía: Los muertos buscan una casa. Nooteboom se dio a conocer por sus relatos de viajes y por su trabajo como cronista del periódico De Volkskrant.
El tema central de las novelas de Nooteboom son los intentos de los personajes por darle un giro salvador a sus vidas que, aparentemente, no tienen sentido y son complejas y estructuradas.
Nooteboom escribió Una canción del ser y la apariencia, El buda tras la empalizada o El día de todas las almas. Sus libros han sido traducidos a más de veinte idiomas.
Entre los reconocimientos que ha obtenido están, el Premio Europeo Aristeon de Literatura (1993), la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid (2003), el Premio Europeo de Poesía (2008), el Premio de Literatura Neerlandesa (2009) y el mayor galardón que se concede en la literatura de viajes, el Premio Chatwin (2010).
A sus 86 años, vive actualmente en Alemania pero extraña su Menorca habitual, donde pasa varios meses del año. Acaba de terminar un poemario sobre el virus llamado Canto del tiempo del virus.
Para el próximo otoño publicará en España, EE UU y Francia su nuevo libro, Venecia: El león, la ciudad y el agua.
Tres obras del escritor universal Cees Nooteboom
Rituales
Con esta obra publicada en alemán en 1985, el autor se dio a conocer a nivel internacional. El personaje principal es Inni Wintrop con quien el autor tiene ciertas similitudes. Por ejemplo, la educación católica, que lo ha marcado, el hecho de que no se graduara y la pérdida de la fe.
Rituales fue llevada al cine por Herbert Curiel (Rituelen, 1988) y obtuvo los prestigiosos premios Bordewijk y Pegasus. Fue seleccionada como una de las mejores novelas holandesas de los últimos diez años.
“De haber tenido alguna ambición, se habría visto como un fracasado, pero no tenía ninguna, así que consideraba la vida como una especie de extraño club del que le habían hecho socio como por casualidad, y del que podían echarle sin dar explicaciones. Ya lo tenía decidido: el día en que la reunión le resultara muy aburrida, la abandonaría dando un portazo”.
533 días
Un hombre y su isla. En su amada casa de Menorca, donde Cees Nooteboom pasa largas temporadas cada año, tiene los pies firmes sobre una tierra fértil, rodeado del mar, las palmeras y los cactus. Pero su mirada, atenta y curiosa, se extiende más allá del horizonte. Con escepticismo, Nooteboom contempla una Europa que amenaza con desintegrarse, observa las estrellas; también medita sobre el olvido, sobre la identidad de David Bowie y la obsesión de Gombrowicz con la inmadurez.
Un compendio de quinientos treinta y tres días de reflexiones, tan diversas como interesantes, de uno de los escritores más lúcidos, cosmopolitas y reconocidos de nuestro tiempo.
Todo cuanto poseo es mi impresión a primera vista y la limitación de mi lengua. Porque, cuando digo «verde», ¿a qué me refiero exactamente? ¿Cuántos tonos verdes existen? Al tratar de definir el color de mis seis nuevos cactus, me convierto en el maestro del adjetivo»
El azar y el destino. Viajes por Latinoamérica
Marca el encuentro de Nooteboom con países que progresivamente fueron captando su atención, y que forman «un mapa inconmensurable que ha conocido la tragedia de las tierras conquistadas, de las dictaduras y de la colonización, que ha vivido la revolución, la liberación y el ascenso».
Brasil, Bolivia, Colombia, México, Surinam, países fascinantes cuyo atractivo aumenta gracias a lo que escribe sobre ellos. Nooteboom nos revela su asombro al descubrir una América Latina que lo conmueve a la vez que le aporta nuevas perspectivas como narrador y también como viajero: «nada me había preparado para la violencia, los colores y los sonidos del continente que más adelante visitaría muchas veces. El trópico me abrumó, literalmente, y en realidad me sigue abrumando. Cuando miraba el mapa veía asomar detrás de las fronteras de Surinam un continente gigantesco, Brasil, Venezuela, Bolivia, Argentina, y tenía la firme determinación de visitar esos países infinitamente diversos en mi vida futura. Fue entonces, como principiante, cuando escribí mis primeros relatos de viaje».
Su mundo
«La poesía es lo más importante para mí. Leo más poesía que novela. Y mis poemas son la sede principal de mi empresa. Mi prosa, el resto de mi obra, los ensayos, cuentos de viajes, novelas, artículos, son sólo las sucursales. Jamás habría escrito como escribo sin la poesía».
“Esa otra lengua que oí por primera vez en España y que me ha acompañado, con sus diversos matices y formas, en todos esos viajes, se me antoja, junto a mi propia lengua, la más bella del mundo”.
«La quietud de las piedras y los poetas muertos nos gustan mucho, quizá porque es el contraste a nuestro movimiento continuo. De hecho, mi obra está llena de contrastes y mi vida también: mi mejor forma de estar quieto es viajar».
«Si viajas mucho sientes a menudo esas dos cosas: ves la tristeza y la miseria, y al mismo tiempo la alegría exaltada con que vive la gente. Incluso en sitios como Benarés, donde muchos tienen como meta ser incinerados en el Ganges. Lo absurdo, lo triste, lo trascendente y lo alegre casi siempre van unidos».
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